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Sólo añadiré que de mi trato frecuente con este bendito Padre, ha nacido en grande afición a la lengua castellana y que he adquirido y leído los mejores prosistas y poetas, que en ella han escrito o escriben. Te callo también mi nombre indio, porque no quiero que le estropees y porque es tan enrevesado, que sólo aprenderás bien a pronunciarle por medio de la voz viva.

Sentose la joven, y la pluma remontándose de nuevo por los aires, empezó a dar vueltas en torno suyo, admirando de cerca y, de lejos, ya la blancura del cutis, ya la expresión y brillo de los ojos, ya los cabellos negros, ya sus labios encendidos, todas y cada una de las perfecciones de tan ejemplar criatura. «Aquí me he de estar toda la vida exclamaba la viajera en su enrevesado idioma.

Cuando por casualidad se les encuentra de pie, no hacen otra cosa que pasear tranquilamente por la celda sin desplegar ninguna especie de ferocidad, como un poeta lírico que estuviese meditando algún soneto enrevesado para la Ilustración Española y Americana: cuando abren la boca y estiran las garras, nunca es en son de amenaza, sino para desperezarse groseramente; y si tal vez que otra les da la humorada de rugir, lo hacen con tanta delicadeza, que más que de devorarlos, parece que tratan de enterarse de la salud de los espectadores.

Era doña Inés López de Roldan personaje de carácter tan enrevesado y complejo, que a menudo me arrepiento de haberla sacado a relucir como una de las dos heroínas de esta historia, porque hallo difícil describirla bien y transmitir a mis lectores concepto igual al que tengo formado de ella, investigando y dilucidando con claridad el móvil de sus pasiones y de sus actos.

Algunos domingos, el Mosco invitaba a comer a Maltrana, anunciándole que vendría de Madrid un hermano suyo, capataz de venta de periódicos, el señor Manolo el Federal, gran personaje entre las gentes dedicadas al comercio de papel impreso. Maltrana le conocía. Era famoso en las redacciones por su lenguaje enrevesado y pintoresco y sus juicios sobre la política.

Yo nada afirmo. Me limito a dudar. Y de lo que dudo es de si en estos sucesos conviene celebrar a Felipe II por circunspecto, prudente y ladino, o si hay más razón para calificarle de vacilante, indeciso y enrevesado en los medios y hasta de pesado y de engorroso, si se me permite lo familiar y bajo del vocablo. Cada cual ve las cosas a su manera. La historia enseña poquísimo.

Quia... Nunca se había visto la buena señora enfrente de un problema de ciencia social tan enrevesado y temeroso. Aquel enigma superaba a cuantos enigmas había visto ella en su vida infatigable. «Vamos pensó la fundadora , ¿a que tirando por la calle de en medio salgo bien? Es lo mejor, y este sistema siempre me ha dado resultados. Oiga usted, caballerito...».

Llevose la mano sobre el corazón doña Guiomar, ya acabada de perder de amores por el enrevesado comienzo del papel en que los turbados ojos ponía, y cuando estos al fin volvieron a aclararse, continuó leyendo, pálida ahora, encendida luego, y toda anhelante y turbada, lo que sigue: «Sea de esto lo que Dios fuere servido, y lo que queráis vos, que, después de Dios, sois lo que más yo amo, si es que puede llamarse bastantemente lo que yo por vos siento amor, que yo creo que es más bien agonía y quebranto, y fuego irresistible, y gloria en un infierno, y infierno delicioso, y muerte que vale cien vidas, y vida que no se resiste, y cosa, en fin, tan no conocida de , que al verme a ella sujeto, yo mismo me desconozco y de dudo, y parece que siendo no soy, y que, no siendo, soy más que nunca he sido.

Allí lo fuí á buscar un día para ponerle sobre la tonsurada cabeza un cucurucho de papel azul, que le daba cierto airecito de astrólogo ó nigromante. En muchos días no pude volver á casa de mi tía, justamente encolerizada por esta infernal travesura; y á fe que tenía razón la señora, porque debo confesar que era yo un niño muy enrevesado.

Es seguro que el dinero que tomemos, por enrevesado que sea el método de tomarle, nos ha de costar lo mismo o más que por el método sencillo y expeditivo de emitir Treses. Trasmitida la operación al idioma pintoresco del vulgo, será siempre tirar de los pies a un ahorcado.