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Por esto se había dado tanta prisa en huir: una exigencia de la aprendiza, deseosa de escuchar á aquel artista del que tanto hablaban las señoras. Cuando el grueso ruiseñor quedaba oculto entre bastidores, el coronel ofrecía á su protegida un cucurucho lleno de caramelos. ¡Caramelos en tiempo de guerra! Un verdadero derroche que sólo se podía permitir un enamorado.

He recibido hoy una pequeña remesa, y la distribuyo entre las amigas que ha tiempo me la han pedido.... Si habré olvidado el cucurucho de Doña María de la Paz.... ¡Ah! no, aquí está. Me hará usted el favor de entregárselo. Estos otros son para la Excelentísima Señora Condesa de Rumblar, para las monjas de Góngora, para el Sr.

Unos van al café moro, a ver a las moros bailar, con sus velos de gasa y su traje violeta, moviendo despacio los brazos, como si estuvieran dormidas. Otros van al teatro del kampong donde están en hileras unos muñecos de cucurucho, viendo con sus ojos de porcelana a las bayaderas javanesas, que bailan como si no pisasen, y vienen con los brazos abiertos, como mariposas.

El labrador fué sacando de su faja toda aquella indigestión de ahorros que le hinchaba el vientre: un billete que le había prestado el amo, unas cuantas piezas de á duro, un puñado de plata menuda envuelta en un cucurucho de papel; y cuando la cuenta estuvo completa no pudo librarse de ir con el gitano al sombrajo para convidarle á una copa y dar unos cuantos céntimos á Monote por sus trotes.

Al amanecer, viéndole en profundo letargo, levantose cautelosamente y echó mano al puñal y las papeletas. Escondido el primero, vació todo el contenido de las segundas en un periódico, metiéndolo todo revuelto en un cucurucho para llevárselo a Ballester.

De entonces acá cada alavés de aquéllos es un portero, y Vitoria es un cucurucho tumbado en medio del camino de Francia: todo el que viene entra; pero hacia la parte de acá está el fondo del cucurucho, y fuerza es romperle para pasar. Pero no ocupemos a nuestros lectores con inútiles digresiones.

Y como doña Lupe era algo golosa, trajo un día un cucurucho de fresa, bien escondido entre la mantilla; mas no lo puso en la mesa. Concluida la comida, y mientras Nicolás leía La Correspondencia o El Papelito en el comedor, doña Lupe se encerraba en su cuarto para comerse la fresa bien espolvoreada con azúcar.

Se dice, por ejemplo, entre ellos, que Fulanito es novio de Fulanita, sin saber por qué, y Fulanito, por ese mero hecho, sin que le importe gran cosa de Fulanita, va a esperarla con otros amigos a la salida del colegio, y la sigue hasta su casa, molestando mucho a la doncella que la conduce; en las giraldillas que se forman en las romerías la saca a bailar con más frecuencia que a las otras; cuando es un poco atrevido le suele ofrecer dulces en cucurucho de papel dorado, y pasa por delante de su casa varias veces el día que se pone traje o sombrero nuevo; procura, cuando la sigue, hablar alto y con desenfado, para que ella le oiga y se regale con su buen decir, y se traba a mojicones por la cosa más insignificante, para lucir en presencia suya el arrojo y coraje que no tiene en ausencia; gasta los cuartos que posee en pomadas o aceites de olor, y se presenta en la misa a que ella asiste con la cabeza lamida y reluciente como un gato cuando sale del agua.

Y cuando oyó ruido de pasos, y un vocerrón que venía tocando música en un cucurucho de papel, ¿quién sabe lo que sacó de una caja grande?: y se fue a la puerta con una mano en la espalda: y con el otro brazo cargó a su hija.

Y el cura metió una mano en el bolsillo interior de su larga y mugrienta levita de alpaca, y sacó de aquella cueva que olía a tabaco, entre migas de pan y colillas de cigarros, un cucurucho que debía de contener onzas de oro. Bonifacio se puso en pie, y sin darse cuenta de lo que hacía, alargó la mano hacia el cucurucho.