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Tácitamente principian, tácitamente viven y tácitamente concluyen cuando la niña se pone de largo. La razón de tal frialdad es muy obvia. Fulanito no se encuentra todavía en la edad de las pasiones, sino en la de la gimnasia, los suspensos y los cigarros de salvia.

Fulanita está siempre a mucha mayor altura por lo que respecta a la vida del corazón, y en su interior desprecia profundamente a Fulanito, que no sabe divagar un poco sobre la simpatía y el amor, ni es capaz de besar un abanico que cae de la mano, ni tiene pizca de bigote.

A un campanillazo y un principia el sorteo metió mano en la banga el niño de la derecha, sacó un canuto, el Auxiliar de Fomento desdobló el papel, lo dió al Alcalde y este leyó: Cabecería, número cual: Fulanito de Tal. Los escribientes buscaron en sus listas la cabecería y apoyaron los puntos de la pluma al margen de Fulanito de Tal.

Por eso, generalmente, cuando a Fulanita le agregan una cuarta más de tela al vestido, no vuelve a mirar ni por casualidad a Fulanito, el cual lo encuentra naturalísimo y no se desmejora por ello ni se suicida. Tales eran las relaciones, con muy leves variantes, que sostenía nuestra Marta con Manolito López.

Se dice, por ejemplo, entre ellos, que Fulanito es novio de Fulanita, sin saber por qué, y Fulanito, por ese mero hecho, sin que le importe gran cosa de Fulanita, va a esperarla con otros amigos a la salida del colegio, y la sigue hasta su casa, molestando mucho a la doncella que la conduce; en las giraldillas que se forman en las romerías la saca a bailar con más frecuencia que a las otras; cuando es un poco atrevido le suele ofrecer dulces en cucurucho de papel dorado, y pasa por delante de su casa varias veces el día que se pone traje o sombrero nuevo; procura, cuando la sigue, hablar alto y con desenfado, para que ella le oiga y se regale con su buen decir, y se traba a mojicones por la cosa más insignificante, para lucir en presencia suya el arrojo y coraje que no tiene en ausencia; gasta los cuartos que posee en pomadas o aceites de olor, y se presenta en la misa a que ella asiste con la cabeza lamida y reluciente como un gato cuando sale del agua.

¡Calculen ustedes lo hermosa que hubiera lucido la primera página de La Prensa, con títulos como estos: El tren Central atacado por Estenoz. Heróica defensa de los pasajeros. Nuestro querido compañero Fulanito de Tal, fué la estrella de la jornada, y á su buena puntería y control con hombres en bases se debió la victoria.... Ya no desembarcarán los americanos. Presentación de Ivonet.

Mutatis mutandis, todo le parece lo mismo: la mujer del alcalde es igual a una emperatriz o reina, la del escribano equivale a la duquesa más en moda en Madrid, y el majo Fulanito se le antoja más brioso, y gallardo, buen jinete, seductor, afable y ameno, que el más perfecto dandy de cuantos ha conocido.

A me parece que es la misma de hace siete años, con los mismos cangrejos y todo. Y ¿qué? les digo a mis amigos . Habladme. Dadme noticias. Los académicos, ¿son inmortales todavía? Pío Baroja, ¿sigue siendo un joven escritor? Fulanito, ¿continúa con aquel hermoso porvenir ante él? Y la Fulana y la Zutana y la Mengana, ¿es que son todavía unas jóvenes y hermosas actrices? Habladme de política.

Siempre da el brazo a la hermosa. Ella, en tanto, a quien nada dice, que nada nota en él de galanteo, está bien lejos de creer que el público malicioso no habla de otra cosa sino de sus amores con fulanito. Fulanito tiene amor propio, no amor.

No le importa tampoco un ardite de Fulanito; pero como dicen que es su novio, hace lo posible por que lo parezca; y así, vuelve la cabeza a menudo para mirarle cuando sale del colegio; en la giraldilla le saca a bailar más veces que a los otros; sale al balcón cuando él pasa y se ruboriza cuando la bromean. Pero estos seudoamores casi nunca prevalecen ni se convierten en verdaderos.