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Reservado... mudo... hasta el punto de no permitir decir qué clase de servicio había prestado á su majestad, á pesar de que yo lo sabía, porque la reina me había hablado acerca de las cartas que tenía suyas don Rodrigo Calderón y pedídome consejo... no... ese caballero, valiente para librar á su majestad de un compromiso, ha sido discreto, reservado, noble; ha dado harto claro á conocer en su conducta la influencia de la generosa sangre que corre por sus venas.

Los hombres de la calle, como un torrente que se desata, como una inmensa y terrible avenida... El presidente: La Mesa no puede permitir que el Sr. Gutiérrez siga hablando de ese modo. «Señor presidente, creo estar en mi perfecto derecho al hablar de la avenida que se precipita... El presidente: Su señoría no puede hablar de la avenida... Una voz: Fuera el presidente.

Que vengan contestó don Juan, en quien reapareció la mortificante sonrisa . Les daré una peseta de aguinaldos; lo único que se puede permitir un tío pobre. ¡Calla, avaro...! Me avergüenzas. Eres capaz de morirte de hambre por no gastar un céntimo.... ¿Por qué no vienes a comer con nosotros mañana?

Pero cuando vio por segunda vez a Feli empaquetar su trabajo soplando de fatiga, resignada, con sonrisa triste, sintió hondo remordimiento. Deja eso, nena murmuró avergonzado . Yo lo empaquetaré, yo te lo llevaré hasta la puerta de la tienda. Es una canallada permitir que vayas sola... La pobre aún se resistió a aceptar esta ayuda.

No creas que tengo el ánimo de permitir que me engañes esta vez; por lo tanto, dame el brazalete como primer pago, y no hablemos más. Y le tiró un manotón al brazo, que ella evitó, haciendo un rápido movimiento. No acepto exclamó con una repentina y feroz determinación. ¡Ahora te conozco!

Mi madre se hacía dar cuenta, día por día, del progreso de mis estudios, con un interés tan perseverante, tan apasionado, que llegué á preguntarme, si no habría en el fondo de esta preocupación extraordinaria algo más que un capricho de enferma: si por acaso la repugnancia y el desdén de mi padre hacia la parte positiva y fastidiosa de la vida, no habrían introducido en nuestra fortuna algún secreto desorden, que el conocimiento del derecho y el hábito de los negocios deberían, según las esperanzas de mi madre, permitir á su hijo reparar.

Tan es así, que de esa época data mi pasión por la bóveda celeste, que siempre, desde entonces me ha parecido digna de hermanarse a mis pensamientos, sean éstos tristes o alegres, serios o frívolos. Después de permitir a mi imaginación que se extraviara por senderos sombríos, tanto, que galopaba a tropezones, dejábala volver a la luz y contemplar al señor de Couprat.

Otros, más audaces, asediaban á la costurerilla de la familia y comenzaban con ella una novela de amor, insípida y vulgar, conservándola en la casa de los padres que aceptaban sin protesta el amancebamiento á cambio de la protección del rico. Se desterraba al amor para permitir el negocio.

No contribuyó poco a su alivio la soledad en que estaba y el no permitir Salvador que le visitara persona alguna, porque en el hospital los demás enfermos se complacían en calentarle los cascos, contradiciéndole en sus vehemencias o alentándole en sus majaderías.

Señor cura contestó mi tía, con su voz más áspera, ocupaos de lo que os concierne, que yo procederé a mi gusto, no al vuestro. Señora, quiero a esta niña con todo mi corazón, y no puedo permitir que sufra replicó el cura con una entonación que no le conocía.