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Contestóme que con mucho placer satisfaría mi curiosidad, pues no había nada en su vida que debiera ocultarse; y que por el contrario, justamente para deshacer en mi ánimo la prevención desfavorable que pudiera haberme producido el saber que era español, pues conocía bastantemente nuestras preocupaciones a ese respecto, se alegraba de poder referirme en los primeros instantes de nuestro conocimiento algo de su vida, mientras llegábamos al pueblecillo, que ya estaba próximo.

Llevose la mano sobre el corazón doña Guiomar, ya acabada de perder de amores por el enrevesado comienzo del papel en que los turbados ojos ponía, y cuando estos al fin volvieron a aclararse, continuó leyendo, pálida ahora, encendida luego, y toda anhelante y turbada, lo que sigue: «Sea de esto lo que Dios fuere servido, y lo que queráis vos, que, después de Dios, sois lo que más yo amo, si es que puede llamarse bastantemente lo que yo por vos siento amor, que yo creo que es más bien agonía y quebranto, y fuego irresistible, y gloria en un infierno, y infierno delicioso, y muerte que vale cien vidas, y vida que no se resiste, y cosa, en fin, tan no conocida de , que al verme a ella sujeto, yo mismo me desconozco y de dudo, y parece que siendo no soy, y que, no siendo, soy más que nunca he sido.

Así me limitaré á proponer los lugares de la segunda y tercera línea, con alguna que otra reflexion, señalando los arrumbamientos, y las distancias que he ordenado por mi vuelta al rededor del mundo: aunque el mètodo no es el mas exacto, al menos me lisonjeo que estarán bastantemente aproximadas.

Y el segundo, el que se traslade toda la gente y guarnicion que hoy existe en la isla de Juan Fernandez, y se reuna en la plaza de Valdivia: pues siendo esta la llave de todo el reyno, á ella se debe aplicar todo el cuidado, y la mayor fuerza, siendo escusada la del presidio de Juan Fernandez, porque esta isla estará bastantemente guardada, siempre que se órden á los navios de la carrera que la reconozcan en los viages que hicieren de Valparaiso al Callao, y tengan cuidado de avisar, lo que en ella notasen, á este Superior Gobierno y al de Lima.

Este orden pide que no pase el entendimiento de una proposicion á otra, sin haber probado bastantemente la primera, de suerte, que esta ya bien establecida, sirva de basa y fundamento á la otra, y así ha de procederse ordenadamente hasta la postrera.

Traen estos indios en los labios una piedra azul, como dado, sus armas son dardos, lanzas y rodelas de cueros de huanaco. Las indias traen horadados los labios con un agugero chico, y en él un poco de cristal azul ó verde, visten camisetas de algodon, sin mangas; son bastantemente hermosas, hilan, y cuidan de la casa, y los indios labran los campos, y cuidan lo demas necesario á la familia.

Así será conveniente que los discípulos, en aquellas cosas á que alcanzaren sus fuerzas, exâminen las máxîmas de los Maestros, y las crean quando las hallen conformes con la razon; y si no están instruidos bastantemente para exâminar la doctrina del Maestro, es menester recibirla con la presuncion de que lo que este enseña, lo habrá averiguado; pero nunca se han de recibir las máxîmas de los Maestros, ni mantenerse con terquedad y obstinacion, porque suele suceder que con el tiempo se halla el discípulo dispuesto á exâminar las opiniones del Maestro, y no pareciéndole conformes á la verdad, las rechaza y muda de dictamen; y otras veces acontece, que por recibir muchos desde la niñez y mantener despues porfiadamente las máxîmas de los malos Maestros, son infelices perpetuamente.

111. El enemigo entretanto estuvo detenido los cuatro dias siguientes en el pago ó estancia, dicha Ibicuá, parte por las lluvias, parte por otras razones. Aunque estaba ya tan vecino el enemigo, no se podian bastantemente persuadir los indios de salvar sus cosas. Finalmente por la mañana se juntaron los Miguelistas á llevar las alhajas mas preciosas del templo hacia el arrojo Piratiní, á una hermita hecha de cespedes, de un pueblo antiguo, y con esta ocasion se persuadió lo mismo á los de San Lorenzo, y despues

Fuera increible el furor, que subministra las armas á estos impugnadores de la verdadera Fe, si no lo viésemos en tantos libros como esparcen, y no respiran otra cosa que odio y aversion á la Religion Christiana. Faltan aquí á una máxîma fundamental de Lógica, pues hablan decisivamente de lo que no estan bastantemente instruidos.

La tierra, que está en esta ensenada, entre Cabo Blanco y Puerto Deseado, es bastantemente alta, con algunas quebradas, y en ellas matorrales de árboles pequeños, como espiños y sabinas. Entraron á dicho puerto por la banda del norte de dicha isla, acercándose á la boca del puerto, que es bien conocida, por una isleta que está fuera y blanquea como nieve.