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Amago de apoplejía en la interesada... La duquesa consuegra la saluda desde lejos... Grandes cuchicheos que crecen, crecen cual ráfaga de viento huracanado que comienza por silbar y acaba por rugir.. De repente, crujido misterioso... Silencio profundo... Sorpresa general.

Por doquiera resonaba la voz de los mozos de labor estimulando a las yuntas y aquel grito especialmente local, quejumbroso, se prolongaba indefinidamente en la calma absoluta de aquel día gris. De vez en cuando, a través de la atmósfera caía la lluvia fina y caliente, semejante a una cortina de ligera gasa. El mar comenzaba a rugir en los estrechos de las escarpas. Seguimos la costa.

Estos mercaderes sólo interrumpían sus críticas para oír con religioso silencio la música de Wágner golpeada en el piano por las niñas de la familia. Un amigo con voz de tenor cantaba Lohengrin en catalán. El entusiasmo hacía rugir á los más exaltados: «¡El himno... el himnoNo era posible equivocarse. Para ellos sólo existía un himno.

Tras de ellos los españoles, con bien escasa prudencia, prosiguiendo la victoria van a la espesura negra, y de los contrarios muertos dificultando la cuenta es cruel carnicería la que fué función de guerra, y es angustioso lamento lo que fué rugir de fieras.

Aunque distintos tipos, las dos eran hermosas. Lola era blanca cual los misteriosos genios de las puras nieves: Hasay morena cual la mas perfecta concepción del sueño de un árabe. La primera poseía en sus azules ojos toda la ternura de la resignación; la segunda despedía de su negra y ardiente pupila el rugir de la pasión.

Aresti creyó que se había desplomado un árbol sobre sus hombros. Fué un golpe que le sacó de su aturdimiento, haciéndole rugir de ira: un garrotazo en la espalda, que acabó con toda su bondad irónica de espíritu superior, despertando en él á la fiera.

Los mares cerrados como el Mediterráneo apenas sentían sus efectos. Las mareas se detenían á su puerta. Pero en las costas oceánicas la pulsación marina alborotaba el ejército de las olas, lanzándolas diariamente al asalto de los acantilados, haciéndolas rugir con babeos de furor entre islas, promontorios y estrechos, impulsándolas á tragarse extensas tierras, que devolvían horas después.

Y cien cadalsos ven en el vacío levantando sus moles altaneras, y ven el hacha y el ecúleo impío, y los potros, los hierros, las hogueras, y escuchan de los circos el gentío, mezclando su rugir al de las fieras; más al ver los aprestos del combate su noble corazón con fuego late.

Nuestros agentes continúan en este momento su requisa de vacas por todos los distritos inmediatos. Pero el gigante se mostraba ahito del amamantamiento por manga de riego, é hizo un gesto negativo. Volvió á rugir el portavoz dando órdenes, y huyeron las vacas hacia la selva, perseguidas por los gritos, las pedradas y los garrotes en alto de sus conductores.

A mi querida la llaman La goleta «LibertadPorque asila al hombre libre Y hace fuego á la maldad. Y de todos tiranos los pendones Se abaten al rugir de sus cañones.