United States or Andorra ? Vote for the TOP Country of the Week !


Inmediatamente, encolerizada, le arrojé mi dimisión a la cabeza y exigí en el acto mi libertad. En seguida vino una noche en ferrocarril, una noche de pesado embotamiento, en el ruido ensordecedor del vagón; una mañana pasada tiritando entre baúles y cajas de sombreros, en una sala de espera desierta, cuyo olor a cerveza me daba náuseas.

Al cabo Venturita dijo, dándose con la palma de la mano en la cabeza: ¡Discurre, hombre, discurre! Ya lo hago, pero no sale... ¡No sirves para nada!... Vamos, vete, y déjalo a mi cargo. Yo hablaré a mamá... Pero es necesario que escribas una carta a Cecilia... ¡Oh, por Dios, Ventura! exclamó angustiado. Entonces, ¿qué quieres, di? preguntó la niña encolerizada. ¿Crees que voy a servir de juguete?

Nadie pudo oír lo que yo, encolerizada y embravecida, dije a don Baltasar de Peralta en cuanto, como lo ansiaba, con él me vi a solas; que después de manifestarle que al oír su nombre le había conocido como el matador de mi padre, de mi casa arrojele, amenazándole con mi venganza.

Ella entonces, encolerizada, le arrojó al suelo, y echándole las manos al cuello y apretándoselo más de la cuenta, le preguntó severamente: ¿Volverá usted a hacerlo? ¿volverá usted? Andrés dijo que no, y pudo levantarse. Pero estaba tan irritado, que fue a buscar en silencio el sombrero que se le había caído, recogió también la carabina y se marchó sin despedirse.

La joven vió como se alejaba su novio, humillado y cabizbajo. Después subió á su cuarto, esperando de un momento á otro la temible aparición de su madre encolerizada. No subió. Pepita creyó oír á lo lejos su voz temblona de ira y la del aña que le contestaba con no menos acritud.

Nada, señora contestó Miguel, que ese muchacho quería abrir el vestido a Maximina para enseñar una soga que dice que trae. No, madre gritó Adolfo, es que ella me pegó, porque la llamé beatona. te callas, tunante le dijo la madre encolerizada, aplicándole al mismo tiempo una soberbia bofetada que le enrojeció la mejilla. Adolfo se puso a clamar al verdadero Dios.

No saldrás sino pasando sobre mi cadáver» gritó con cavernosa voz Relimpio, sintiéndose héroe de teatro. Y al decirlo, oprimía contra su pecho la llave para protegerla de un ataque de su enemiga. «Vamos, vamos, que no tengo ganas de bromitas dijo la de Rufete encolerizada . Venga la llave, o la tomaré dondequiera que la encuentre.

¿De qué le sirve á usted coger ese papel? gritó la cantante encolerizada. Si usted la destruye, puedo escribir otra declaración. Por eso voy á tomar mis precauciones en consecuencia. Siéntate á esa mesa. Y mostró á Lea el escritorio del que había cogido el papel. La cantante no contestó, ni se movió siquiera.

Allí lo fuí á buscar un día para ponerle sobre la tonsurada cabeza un cucurucho de papel azul, que le daba cierto airecito de astrólogo ó nigromante. En muchos días no pude volver á casa de mi tía, justamente encolerizada por esta infernal travesura; y á fe que tenía razón la señora, porque debo confesar que era yo un niño muy enrevesado.