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Hacia la duodécima hora del cuadrante nocturno una luna más nebulosa que las otras, de una especie que las hadas han probado ser la mejor, desciende hasta bajo el horizonte y pone su centro sobre la corona de una eminencia de montañas, mientras que su vasta circunferencia se esparce en vestiduras flotantes sobre los caseríos, sobre las mismas mansiones distantes, sobre bosques extraños, sobre la mar, sobre los espíritus que danzan, sobre cada cosa adormecida, y los sepulta completamente en un laberinto de luz.

Pero ¿de qué servirán sonidos sin palabras que los acompañen, por grande que sea su mérito musical? ¿Qué interés ofrecerán á los bailarines que los escuchan, y danzan á su sonIztueta describe con la mayor exactitud hasta treinta y seis diversas danzas, con sus particulares ceremonias, entre ellas la Pordoi dantza, ó baile de las lanzas, que ejecutan hombres con palos en recuerdo de la batalla de Beotibar, que los guipuzcoanos ganaron á los navarros.

Las demás obras dramáticas contenidas en la Propaladia, no nos ofrecen mucho interés. Variado es el de la comedia Trophea, composición laudatoria de los descubrimientos y conquistas de los portugueses, muy parecida á otras de Gil Vicente de la misma índole. Danzan en ella en extraña confusión personajes alegóricos y mitológicos, reyes, y los más humildes plebeyos.

Bello pastor apacienta su rebaño en la fértil orilla de un río de aguas limpias y claras y al melodioso son de su flauta danzan en torno suyo las gopies, las apsaras y hasta Sarasvati y las otras diosas inmortales, humanadas y convertidas por él en lindas zagalas.

El agua salada más pura y diáfana mostraba bajo ciertos rayos luminosos una multitud de pequeños cuerpos, inquietos como las espirales de polvo que danzan en un rayo de sol. Estos seres transparentes, revueltos con algas microscópicas y mucosidades embrionarias, eran el plancton.

Se siente intranquilo en la sala húmeda y sombría; respira penosamente, tiene necesidad de aire y de luz. Pero Gertrudis se encuentra muy bien en aquella atmósfera cargada de vapores, en aquel mediodía misterioso; el sol, filtrándose por las claraboyas, arroja sobre el suelo sus rayos oblicuos, como cintas de oro, donde miriadas de partículas de polvo danzan una zarabanda.

Esperad... esperad, que el negocio lo merece repuso el señor Gabriel con gran calma . Recordad; yo pido al tío Manolillo esta tarde mil y quinientos doblones por la vida de un hombre principal, que de seguro que es don Rodrigo Calderón; don Rodrigo Calderón tiene unas cartas de la reina que la comprometen, y esta noche va á casa de la señora María á pedir mil y quinientos doblones una dama, que aunque no la conocemos, debe ser principalísima. ¿No creéis que debe meditarse esto, señor Francisco? ¿No creéis que en esto danzan las cartas, la reina y el tío Manolillo, y tal vez la reina en persona...?

Al cabo de algún tiempo se presenta el Señor de la viña para visitarla; pero apenas se acerca, oye cánticos sacrílegos, y al entrar es testigo de una orgía, y presencia el estrago que hacen en las cepas los pies de los que danzan.

En mis investigaciones ocultistas la figura de Poe se me ha aparecido repetidas veces. Poe fué el poeta de lo Invisible. El alcohol era el puente por el que cruzaba en dirección al astral. Todas las larvas, las almas de los magos negros, el espectro de los muertos, los vampiros y los incubos y sucubos demoníacos fueron amigos del poeta y le dictaron sus escaloriantes episodios de pesadilla. La doble personalidad fluídica de Poe convivió con ellos en esos reinos alucinantes y verdosos, donde las flores tienen hedor de putrefacción, danzan las almas de las brujas y se fraguan los infanticidios y los asesinatos sin causa, mientras el cuerpo del bardo, embrutecido, dormía la borrachera en cualquier callejuela de Rischmond o de Nueva York. Mister Valdemar desmoronándose en su espantosa podredumbre. Ligeia reviviendo en el cadáver de Mistress Rawena, el ojo terrible del gato negro y el corazón revelador, que resuena como el golpe de un reloj de pesadilla, parecen imaginación vivida en el plano lívido del astral. Poe vivió una subvida taumatúrgica. Tuvo el arte de dar a todos sus monstruos, terribles y grotescos, una armonía matemática, que pudiéramos llamar lógica de lo absurdo.

La mejor voz comienza en seguida á cantar las seguidillas ó el polo: prepáranse las parejas para el baile; danzan, en efecto, con sus humildes trajes de campo, con tanto agrado y elegancia, que podrían servir de modelo á nuestros más afamados bailarines de ópera: el tono dulce con que cantan, el rápido sonido de las castañuelas, y los infinitos encantos que derraman los bailarines, encadenan á un tiempo los ojos, los oídos y el alma en las jóvenes parejas, y hacen tal efecto en los que los rodean, que expresan su admiración con aplausos y aclamaciones, y á la conclusión con palmadas estrepitosas.