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Por una parte, posee en su fuerte cerebro la facultad musical; por otra, la fuerza matemática. Su ensueño está poblado de quimeras y de cifras como la carta de un astrólogo.

Cuando el enfermo tosía mucho, cesaba de tocar el armónium y emprendía con su amigo largas conversaciones, siempre sobre su preocupación eterna: el arte musical.

Como entre los antiguos la música y la poesía estaban identificadas, pues segun dice Strabon, "hablar y cantar era lo mismo en otro tiempo", el ritmo gobernaba á la melodía. Cada sílaba tenia un sonido y una duracion determinada, y la division de las sílabas en largas y breves, habia asimilado completamente el ritmo poético al ritmo musical.

Me he dejado llevar a la Opera por M. y Mme. de Larnaud, quienes me han asegurado que semejante espectáculo no viene a ser más que una academia musical, y, por consiguiente, la Iglesia no lo prohíbe.

Hasta la voz de Adriana se modulaba en su memoria con una inflexión distinta: aquella voz que más de una vez escuchara desatendiendo adrede el sentido de lo que ella hablaba, para sólo percibir el secreto de la idea en el rumor musical de las palabras. ¿Y Laura? Era fácil imaginar la consternación de su alma exquisitamente susceptible.

Convínose en que al principio no representaría la niña sino papelitos cuya parte musical pudiese aprender al oído, y también en que, sin pérdida de tiempo, comenzase a tomar lecciones de canto. Ella se puso loca de contento y los estanqueros, imaginando que su sobrina tenía una mina en la garganta, transigieron en pagar maestro.

Cantamos, reunidos en la corte, en la pieza Arturo de Bretaña, una grandiosa escena musical donde yo representaba un tirano furioso y Farinelli a un joven príncipe que aquél tenía preso y cuya muerte decreta el tirano. Empecé cantando un aria del tirano... Era magnífica... era un tirano como nunca se había visto.

Comida compuesta de tres sopas, de tres platos de carne, de tres legumbres y de tres postres, á franco y medio por persona. Muñecas que hablan. Aleluyas. Almuerzo. Estéban Lesperut. Comida. Soberbia de mi mujer. Café cantante titulado la Francia Musical. Teatro de la Gran Opera. Opera francesa. Zarzuela española. Harem europeo.

Aquel marido hipotético, aquel ser abstracto salía a cada momento en la conversación con la misma realidad que si fuera de carne y hueso y estuviera en la habitación contigua. La que comenzaba ahora a teclear en el piano era Emilita, las más musical de las cuatro hermanas. Las otras tres estaban ya en pie, cogidas a la manga de la levita de otros tantos jóvenes; como si dijéramos, en la brecha.

Después de probar por mismo a producir idéntico rugido y cerciorarse de que era bien capaz, se vistió, se aliñó y, tomando apresuradamente el desayuno, se salió a la calle liado en su capa y debajo de ella el artefacto musical que tan gozoso le había puesto.