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Pero otras mil flores, más olorosas y no menos bellas, aparecen después, llamando y excitando al céfiro a que respire los aromas que exhalan. El céfiro viene, semejante al atrevido príncipe del cuento de hadas, y atraviesa por la esquiva floresta, y penetra en el silencioso palacio, y llega hasta el lecho de la encantada y dormida princesa, y le da un beso de amor.

Desaparecerían como en las antiguas leyendas las hadas y los encantadores, que, luego de hacer el bien, tornan á sus misteriosos dominios. Pasarían los años: la Historia hablaría de este esfuerzo, único por su intensidad y su carácter generoso, y en la Costa Azul y en otros lugares quedaría de esta hazaña mundial un recuerdo desfigurado.

Parecía tan consternado como ese personaje de los cuentos de hadas, que ve sus diamantes trocados en avellanas. Me levanté algo avergonzada, pues le había engañado abominablemente. ¡Oh, Reina!... comenzó. Mi querido cura exclamé yo estrechando a Peveril del Pic contra mi corazón, ¡dejadme continuar, os lo ruego, os lo suplico! Reina, mi Reinita, nunca hubiera creído eso en ti.

Dijole que iba a sanarla con su varita mágica y que después se la llevaría a viajar a su país, que era naturalmente el País de las Hadas, en un cochecito de marfil tirado por dos grandes mariposas azules. Pero para eso era menester que su ahijada demostrara antes que era buena...

Pero también, señores, ¡cuán delicado me mostraba yo con ella! ¡extraordinariamente delicado, les aseguro!... La trataba como si fuera la princesa de un cuento de hadas; todos los días descubría yo en mi corazón nuevas fuentes de delicadeza, y me sentía positivamente orgulloso de mi refinada finura.

Espera algún tiempo, no mucho, y no necesitarás asustarte ante la idea de que se vea de quién es hija. ¡Pero qué singularmente bella parece con esas flores silvestres con que se ha adornado el cabello! Se diría que una de las hadas que hemos dejado en nuestra querida Inglaterra la ha ataviado para que nos salga al encuentro.

Era una delicada atención de su parte. , Zuzie, tenéis razón; pero después del acceso de emoción, hubo uno grande de alegría. Eso , lo reconozco. Cuando pensamos que bruscamente las dos éramos dueñas, pues lo que es de la una es de la otra, propietarias de un castillo, sin saber dónde se encontraba, cómo era, ni cuánto había costado; se asemejaba tanto a un cuento de hadas, que...

Esta perspectiva es una de esas imaginaciones con que los poetas han idealizado los valles y los bosques de la Normandía; esto es un lago de hadas; una fantasía de Osian, no tan delicada, no tan tierna, no tan expresiva, no tan grata al espíritu; pero brillante, deslumbradora, francesa, parisiense, es decir, dramática.

Ella se estrechaba suspirante contra el pecho del mozo, y decía: Tengo sueño.... Con los labios sobre los cabellos enmarañados de la niña, le iba contando el médico un cuento de hadas. Duérmete y sueña, que yo te voy a regalar unas cosas muy bonitas.... Vestidos de seda, cadenas de oro, anillos y pendientes....

Adiós. La Reina de las Hadas." ¡Oh, querido Abenzeid! Ni las hojas de las flores cuando rompen su corola, son tan numerosas ni de matices tan vivos y diversos como los pensamientos que abrieron mi pecho a las imaginaciones del amor, cuando acabé de beberme las razones encantadas del billete misterioso.