United States or Tuvalu ? Vote for the TOP Country of the Week !


No es tan lindo como yo quisiera, y luego ese apetito normando que le caracteriza... ¡Preciso te será convenir conmigo que está desprovisto de poesía! Sin embargo, comer cuando se tiene ganas, me parece una cosa muy natural respondí conteniendo mis lágrimas. En fin ¿qué quieres? Pienso que nuestros caracteres no se avienen. ¿Entonces, lo desairas, Juno? He pedido un mes para contestar, Reinita.

Parecía tan consternado como ese personaje de los cuentos de hadas, que ve sus diamantes trocados en avellanas. Me levanté algo avergonzada, pues le había engañado abominablemente. ¡Oh, Reina!... comenzó. Mi querido cura exclamé yo estrechando a Peveril del Pic contra mi corazón, ¡dejadme continuar, os lo ruego, os lo suplico! Reina, mi Reinita, nunca hubiera creído eso en ti.

A ti no te importa eso.... Toma varas con los sayos negros y déjame a . ¡Borracho! ¡Pues y !.. exclamó Tablas, mascando su cólera . Vamos, no quiero incomodarme.... ¿Por qué has recibido a los clérigos? Porque es mi santa voluntad. Soy reina de mi casa. Reinita nada menos....

Y entonces resolvió realizar su sueño del modo que pudiera. Una mañana le vi llegar fuera de . Mi Reinita, ven, ven conmigo exclamó. ¿A dónde, señor cura? A la iglesia; ven pronto. Pero a estas horas no hay misa. Ya lo ; pero quiero que veas algo espléndido.

En dos días no vino al Zarzal el cura; entristecime yo por haberle fastidiado tanto, y el tercer día me encaminé hacia la casa parroquial, para disculparme. Le hallé en la cocina, frente a un frugal desayuno al que hacía los honores con tantos bríos como apetito. Señor cura le dije en tono relativamente humilde, ¿estáis enojado? Algo, Reinita, algo; no quieres hacerme caso nunca.

Estás tan linda como la más linda de las heroínas de Walter Scott le dije contemplándola con admiración. Reinita me dijo sentándose a los pies de mi cama, vengo a charlar contigo. Me alegro. Pero no estoy bien despierta todavía y puede que mis ideas... ¿Aun cuando se trate de casamiento? prosiguió Blanca, que ya conocía mi opinión sobre tema tan serio. ¿De casamiento?

Los defectos brillaban por su ausencia. Mi hijita querida me dijo después de un largo silencio, ¿no te olvidarás de tu viejo cura? Jamás, jamás respondile con vehemencia. No debes tampoco olvidar mis consejos. Desconfía de tu imaginación, Reinita.

Nos vamos a romper la mollera gemía yo, aferrándome al brazo del comandante, mientras que Pablo ofrecía el suyo a Blanca. ¿Estamos tristes, Reinita? me preguntó quedo el comandante. Habláis como mi cura respondí emocionada. Vamos a ver: ¿Queréis tener confianza en mi? Yo no tengo tristezas ni confianza en nadie contesté de mal modo.

Quisiera leer en tu pensamiento, Reinita. ¿Amas a alguien? ¿A Pablo? Te juro, que no díjele, zafándome de su caricia, no quiero a nadie, y cuando quiera, lo sabrás en seguida. Si la muerte no fuese una cosa tan imponente, estoy segura de que en aquel momento me hubiera dejado matar antes que declarar mi amor por un hombre que amaba a otra y mucho más siendo ésta prima mía.

No, no; no tan horrible; algo vulgar tal vez, pero parecíais más encantadora... Y la mesa tan mal puesta. Todo tan... Nunca he comido tan bien. Aquella mansión desmantelada te hacía valer como si fueras una flor hermosa que parece más delicada, cuando más fea e inculta es la tierra en que brota. Os habéis vuelto poeta en vuestro viaje. ¡Oh! no, absolutamente, Reinita.