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En el Auto de Cananea salen á la escena en figura de pastoras la Ley de gracia, la natural y la escrita, y cada una apacienta su rebaño. Otra composición religiosa de esta especie ofrece en tres partes al cielo y al infierno, y nos presenta en variados grupos á réprobos y bienaventurados. Entonces se encamina al infierno una alegre turba de marineros, que son demonios.

Le dice Jesús: Apacienta mis ovejas. 18 De cierto, de cierto te digo: Cuando eras más joven, te ceñías, e ibas donde querías; mas cuando ya fueres viejo, extenderás tus manos, y te ceñirá otro, y te pasará donde no querrías. 19 Y esto dijo, señalando con qué muerte había de clarificar a Dios. 21 Así que cuando Pedro vio a éste, dice a Jesús: Señor, ¿y éste, qué? Sígueme .

13 la higuera ha echado sus higos, y las vides en cierne dieron olor; levántate, oh compañera mía, hermosa mía, y vente. 14 Paloma mía, que estás en los agujeros de la peña, en lo escondido de la escalera, muéstrame tu vista, hazme oír tu voz; porque tu voz es dulce, y tu vista hermosa. 16 Mi amado es mío, y yo suya; el apacienta entre lirios.

Bello pastor apacienta su rebaño en la fértil orilla de un río de aguas limpias y claras y al melodioso son de su flauta danzan en torno suyo las gopies, las apsaras y hasta Sarasvati y las otras diosas inmortales, humanadas y convertidas por él en lindas zagalas.

La divertida compañía entra en la casa de la Disolución, y celebra una bacanal con música y danzas, haciendo de gracioso el Juego, en traje de arlequín. Asistimos en seguida, desde esta fiesta, descrita con verdadero ingenio, al lugar en donde un pastor apacienta sus rebaños, y á una de esas escenas pastoriles en que tanto sobresale nuestro Lope.

12 En ese día vendrá hasta ti desde Asiria y las ciudades fuertes, y desde las ciudades fuertes hasta el Río, y de mar a mar, y de monte a monte. 13 Y la tierra con sus moradores será asolada por el fruto de sus obras. 14 Apacienta tu pueblo con tu cayado, el rebaño de tu heredad, que mora solo en la montaña, en medio del Carmelo; pazcan en Basán y Galaad, como en el tiempo pasado.

7 ¿Y quién de vosotros tiene un siervo que ara o apacienta, que vuelto del campo le diga luego: Pasa, siéntate a la mesa? 8 ¿No le dice antes: Adereza qué cene, y arremángate, y sírveme hasta que haya comido y bebido; y después de esto, come y bebe? 9 ¿Da gracias al siervo porque hizo lo que le había sido mandado? Pienso que no.

Sabiendo que era el Señor. 13 Viene pues Jesús, y toma el pan, y les da; y asimismo del pez. Le dice: Señor; sabes que te amo. Le dice: Apacienta mis corderos. Le responde: , Señor; sabes que te amo. Le dice: Apacienta mis ovejas. Se entristeció Pedro de que le dijese la tercera vez: ¿Me amas? Y le dice: Señor, sabes todas las cosas; sabes que te amo.

3 Esta es mi respuesta a los que me preguntan: 4 Qué, ¿no tenemos potestad de comer y de beber? 6 ¿O sólo yo y Bernabé no tenemos potestad de no trabajar? 7 ¿Quién jamás peleó a sus expensas? ¿Quién planta viña, y no come de su fruto? ¿O quién apacienta el ganado, y no come de la leche del ganado?

Pues qué, amados míos, ¿hemos de contribuir para que se emplee nuestro dinero contra nuestra conciencia? ¿Pediremos al Señor ánimo para el trabajo, y su fruto será para escarnecerle? ¿Queréis que sirvan nuestras riquezas o jornales para que los malos gobernantes paguen suntuosos embajadores que adulen a los carceleros del Santísimo Pontífice, que apacienta el rebaño de Cristo desde su lecho hediondo de paja en un calabozo del Vaticano, antes trono de su preponderante sabiduría? ¡No, y mil veces no, hermanos míos!