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Vagaban hasta las doce por las inmediaciones del mercado, deteniendo a las criadas, aturdiéndolas con su charla, alabando sus caras de ángel, aunque fuesen de horrible fealdad, lamentando con extremos grotescos de desesperación las desgracias de sus amores y que no se cuidasen de conjurar la mala suerte acudiendo a la experiencia gitana.

La otra noche tuvo la ocurrencia de parodiar las ceremonias de la Iglesia, el modo de andar, las actitudes y genuflexiones del sacerdote en el altar. Al mismo tiempo murmuraba sílabas raras e incomprensibles, con inflexiones de voz cómicas, resoplidos grotescos y contorsiones extáticas y devotas.

Todas iban á morir en este Monte-Carlo, último rincón de la tierra que podía recordarles sus esplendores de sesenta años antes. Algunas, en memoria de sus joyas desaparecidas, ostentaban serenamente unos adornos grotescos y bárbaros de latón y cuentas de vidrio.

Por lo demás, harto se reconoce que el señor López Roberts, venciendo su repugnancia y para demostrar que no es melifluo siempre y que sabe tocar todos los registros, ha compuesto al gusto del día la mencionada historia, donde son plebeyos y grotescos personajes los que calzan el coturno y los que producen la tragedia, no en parodia, como los sainetes de D. Ramón de la Cruz, sino efectiva y conmovedora.

Eran los principales caractéres de este nuevo estilo el arco de medio punto ó de plena cimbra, que acababa de reconquistar su absoluta preeminencia; los cinco órdenes antiguos, mas ó menos modificados en algunas molduras y en sus proporciones; los follages, los vástagos espirales, los grotescos con animales reales ó fantásticos, dispuestos á la manera de los arabescos antiguos, y aplicados á los entablamentos, á las pilastras, á los frisos, á los tableros; la mezcla de órdenes, sobrepuestos unos á otros, los revestidos de mármoles, los medallones, las columnas balaustradas, etc.

Le interesaban más los brazos de las sillas, los pasamanos de las escaleras que conducen a la sillería alta, los salientes que separan los asientos y sirven para reclinar la cabeza, cubiertos de animales y seres grotescos: perros, monos, aves, frailes y pajecillos, todos en posturas difíciles, rarísimas y obscenas.

María recibió con humildad tal granizada de insolencias, afirmando con palabras tiernas y persuasivas, siempre que le dejaba un instante para hablar, que le seguía amando con toda su alma; que podía poner a prueba su amor siempre que quisiera, pues resuelta estaba a hacer por él cuantos sacrificios exigiese menos el de su conciencia; que le atravesaban el pecho las sospechas de traición y de engaño, pero que se las perdonaba, teniendo presente el estado de exaltación en que se hallaba; que sentía igualmente en el alma que calificase de grotescos y ridículos los móviles de su resolución, cuando ella los tenía por tan respetables, y, en fin, que le rogaba se calmase.

Los que quieren medrar salen del pueblo; allí no hay más ricos que los que heredan o hacen fortuna lejos de la soñolienta Vetusta. «Entre americanos, pasiegos y mayorazguetes fatuos, burdos y grotescos hubiera podido escoger, seguía pensando Ana. Que lo dijera don Frutos Redondo.... Pero además, ¿para qué engañarse a misma?

Duerme en sábanas negras, calza zapatos de gallego, sólo viste paño del peor, y cuando hay fiesta en casa se va a la de una vecina, huyendo de ruidos. ¡Ay, la Merivén! ¡Qué mardita bestia! ¡Y qué de tristezas trae!... Y al nombrar a la Muerte, a la terrible Merivén, hacía grotescos ademanes de espanto, como si la tuviese delante y quisiera apartarla con las manos.

Alli son medallones y nichos, y aqui relieves con anchas fajas de grotescos, follages, figuras y cabecitas prominentes; pero todo es obra del egregio prelado de la sangre real de Austria. Véase la lámina que representa este interior. El actual embovedado se construyó desde el año 1713 al 1723, costeando generosamente muchos prebendados las bóvedas de algunas naves.