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Asi como la de Salisburgo tuvo principio en el monasterio de S. Pedro erigido por el monge S. Ruperto, y las de Argentina y Worms por los que edificó S. Amando favorecido del rey Dagoberto; del mismo modo otros monasterios de la regla de S. Benito fueron el principio de la restauracion de otras ciudades, y como el núcleo de las principales que en Alemania se fundaron de nuevo.

El argumento, con su varia y rica alternativa de las más diversas imágenes y situaciones; con sus caballeros, tan valerosos y tan inquietos, siempre amando ó peleando, y con sus damas varoniles, se nos presenta al alma como un sueño agradable, respirando dulce soñolencia; los cuadros tan sentidos que en ella se trazan, á la vez que su dicción galana y abundante, ya sublime, ya atrevida, ya dulce, ya agradable, realzan más el encanto de su conjunto.

Piense usted en esto y si llega a sucederle sufriendo, amando, viviendo, por mucho que le parezca seductor el fantasma de usted mismo, apártese de él.» «Me dice usted que se fastidia. Eso vale tanto como declarar que sufre; el aburrimiento no cabe más que en los cerebros vacíos o en los corazones incapaces de ser heridos por nada. Pero, ¿por qué sufre? ¿Es cosa que pueda usted decírmelo?

Como esto no le divertía gran cosa, aunque le aficionaba más á la lectura, rebuscó la casa y halló el Electo y Desiderio. El estilo de este libro patriarcal le formó cierto gusto para el diálogo; y amando, como joven, la intriga, el enredo y los desenlaces sorprendentes, dióse á Bertoldo con todas las potencias de su alma.

Usted señora cree que es deber suyo atormentarse recordando, amando lo que fue... y aborreciendo lo que no debió haber sido.... Todo esto sería muy bueno si usted tuviera fuerzas para soportar ese teje maneje del pensamiento. No las tiene usted.

El principio indefinible del ser, con el cual yo creía unirme, y del cual todo lo que se afirma es negando, era el no ser: era la nada. Mi supuesta identificación con él fue muerte egoísta. No fue la muerte generosa de aquel que, amando la vida, sabe darla por el triunfo de una noble idea; por su patria; por la felicidad del objeto amado.

Vd. habrá comprendido cuál debía ser el único eficaz, porque a no se me oculta que Pablo ha seguido amando a esta muchacha, con más fuerza cada día; sólo que, altivo por carácter, y resentido en lo profundo de su alma por lo que había pasado, no puede ya pensar en el objeto de su cariño sin que la sombra de sus recuerdos venga luego a renovar la herida y a engendrarle esa desesperación que se ha convertido en una peligrosa melancolía.

Por dicha, Clara carecía de aquel orgullo, de aquel imperio de su madre, y el lado obscuro y tenebroso de su espíritu estaba suavemente iluminado por un rayo celeste de humildad, resignación y mansedumbre. Clara era mil veces más amante que su madre, y se abandonaba á la dulzura de amar, si bien con recelo siempre de pecar amando.

A la Regenta le temblaba el alma con una emoción religiosa dulce, risueña, en que rebosaba una caridad universal; amor a todos los hombres y a todas las criaturas... a las aves, a los brutos, a las hierbas del campo, a los gusanos de la tierra... a las ondas del mar, a los suspiros del aire.... «La cosa era bien clara, la religión no podía ser más sencilla, más evidente: Dios estaba en el cielo presidiendo y amando su obra maravillosa, el Universo; el Hijo de Dios había nacido en la tierra y por tal honor y divina prueba de cariño, el mundo entero se alegraba y se ennoblecía; y no importaba que hubiesen pasado tantos siglos, el amor no cuenta el tiempo; hoy era tan cierto como en tiempo de los Apóstoles, que Dios había venido al mundo; el motivo para estar contentos todos los seres, el mismo.

El temor, pronosticando mi muerte, dice temblando que viva, mire y no quiera: y vos que no viva, ó muera, decís, pensamiento, amando. Mirar que á gloria convida, aunque mate, es de tal suerte que infunde alientos de vida: no mirar es una muerte que el temor tiene escondida.