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Asi como la de Salisburgo tuvo principio en el monasterio de S. Pedro erigido por el monge S. Ruperto, y las de Argentina y Worms por los que edificó S. Amando favorecido del rey Dagoberto; del mismo modo otros monasterios de la regla de S. Benito fueron el principio de la restauracion de otras ciudades, y como el núcleo de las principales que en Alemania se fundaron de nuevo.

No se hizo cargo de los fragmentos de arquitectura decorativa, puramente neo-griega, por allí diseminados, ni conoció el estilo arábigo del ciervo de bronce que le estuvo una porcion de años vertiendo el agua en la pila del claustro de S. Gerónimo, cuando él hacia vida de monge. El citado D. Pedro Diaz de Rivas. Véase el Discurso primero de sus Antigüedades de Córdoba.

El monge aleman Gerberto, que despues llegó á ser pontífice con el nombre de Silvestre II. Vino á Córdoba, dice en su Crónica el monge Ademaro, causa sophiæ, pues rivalizando en el cultivo de las ciencias y de la literatura los árabes, los cristianos y los judíos, llegó verdaderamente esta ciudad á convertirse en una nueva Atenas.

Mas, ¡ay! que esta grata vision retrospectiva va á concluir con un espectáculo terrible y sangriento; porque la vida del monge del siglo IX no era, como vulgarmente nos figuramos, una série bonancible de gozos espirituales y prosperidades terrenas.

Protectora de esperanzas casi nunca frustradas, objeto de súplicas fervorosas de los corazones atribulados, causa de inefables é inocentes alegrías, permanece desde entonces la santa Vírgen de Villaviciosa en la capilla que lleva su nombre, sin habérsela bajado de su altar mas que para las procesiones que en torno de la catedral se celebran cuando se implora su poderosa mediacion, y en el año 1710 para la costosa y poco acertada obra de renovacion que hizo el medio racionero D. Antonio Monge Maldonado.

Frescos brillantes, fastuosos, casi lascivos; apoteosis de Bonaparte, hombres ilustres de la república y del imperio; Fenelon, Malesherbes, Mirabeau, Voltaire, Rousseau, Lafayette, Carnot, Manuel, Monge, Laplace, David, Bichat, Lagrange: es decir, allí está todo lo que debe estar en un arco de triunfo, en una academia, en un teatro, en un cementerio, en un museo, en un alcázar: no hay nada de lo que debe haber en una iglesia: victorias, apoteosis griegas, pinturas romanas, la libertad, el genio, el valor, la ciencia, la historia; guerreros, teólogos, protestantes, cismáticos, realistas, republicanos, poetas, cirujanos, matemáticos, críticos, filósofos, inventores; todo eso he visto allí: no he visto un santo.

Los pobres tenian como declarado en la regla de S. Benito un derecho que por su singularidad merece mencionarse: para que no les faltase alimento, estaba terminantemente prohibido que ningun monge cediese á otro parte de su comida ó cena; de esta suerte, las sobras que dejaban los desganados ó de estómago pequeño llegaban intactas á los mendigos que socorria el monasterio.

Allí florecieron, y de aquellas paredes salieron para recibir el martirio, los dos citados esposos; el venerable abad Martin, hermano de Isabel, abadesa del monasterio de mujeres; la vírgen Columba, hermana de ambos, que con su dote habia contribuido á la fábrica del convento, y que luego recibió tambien la corona del martirio; allí fué monge el mártir Isaac, sobrino del fundador Jeremías; allí vivió Fandila bajo la disciplina del abad mencionado; allí vivió retirada y alentándose para el martirio la matrona Sabigoto, que hizo por Jesucristo dos sacrificios heróicos: separarse de dos hijas, entregándolas al cuidado de Isabel y demas santas religiosas, y volar despues al martirio ; de allí finalmente salió á confesar su en Cristo la fervorosa Digna, discípula de Isabel, y allí Aurelio, el esposo de la varonil Sabigoto, fué á estampar el beso de despedida en las puras y sonrosadas megillas de sus inocentes hijas antes de entregar su cuello á los verdugos del Mexuar . Corta fué la duracion de este monasterio tan fecundo en prodigios de virtud, puesto que la misma Columba que habia contribuido á su edificacion, lo vió destruido, con otras iglesias y lugares sagrados en que se cebó la furia de los sarracenos durante la persecucion decretada por el califa Mohammed, de que hemos hecho mencion en otras ocasiones.

Las fundaciones de templos y monasterios cuya memoria nos han legado tantos respetables y diligentísimos escritores de nuestras antigüedades y de las cosas de la Iglesia desde los primeros historiadores de la monarquía restaurada como el monge de Albelda y el obispo D. Sebastian, justifican sobradamente nuestra suposicion.

A primera vista parece estraño que un Rey de Castilla haga una confirmacion, pero el que esté instruido en la historia recordará, que habiendo instituido el Rey D. Alonso el batallador herederos á los templarios, y á las milicias del Sepulcro y del Hospital, los aragoneses desestimando tan estraña disposicion, eligieron por rey á D. Ramiro el Monge, con cuyo motivo aprovechándose el rey de Castilla, llamado tambien D. Alonso, de la guerra que se habia encendido entre el rey D. Ramiro y D. Garcia, que lo era de Navarra, entró en Aragon, y se apoderó de Zaragoza y su comarca, tomando entonces el título de Emperador, y reteniendo estas conquistas, hasta que habiendo casado la hija de D. Ramiro Doña Petronila con D. Ramon Berenguer Conde de Barcelona, fué este á visitar al Emperador D. Alonso y obtuvo que le restituyese la ciudad de Zaragoza con todas sus dependencias hasta el oriente del Ebro, no sin otra recomendacion que su franqueza y la nobleza de sus modales, como dicen algunos escritores, sino mediante condiciones contra las cuales protestó solemnemente Doña Petronila en su testamento.