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La nave de la iglesia y sus altares están hoy completamente desnudos de todo cuadro, de toda imagen, de toda señal de culto. Los únicos accidentes que interrumpen la escueta monotonía de aquellos blanqueados muros, son las Armas Imperiales que campean allá arriba, en el centro del embovedado, y un negro ataúd depositado á gran altura, en un nicho ú hornacina de la pared de la derecha.

No: los remiendos y las casuchas abrigan a veces más orgullo que los palacios. El gran portal embovedado, por donde había sido introducido Stein, daba a un gran patio cuadrado. Desde la puerta hasta el fondo del patio, se extendía una calle de enormes cipreses.

Ben Hayyán dice que An-nasír recibió al enviado de Constantino en el pabellon embovedado, lo cual induce á creer que no habia mas que un pabellon con bóveda, que probablemente seria el central, llamado tambien pabellon circular, pabellon dorado, y salon de los califas.

Con la ayuda de estos, navegamos durante unos veinte minutos por aquel caudaloso río embovedado de verdes ramajes, A la banda de babor, y en las cercanías del desagüe del estero de Tabangay, se alza un antiguo torreón, en el que se conserva un castellano llamado á vigilar aquella parte del Estrecho, en el que entramos siguiendo el canal del río.

Cuando los Aguilares , los Coroneles y los Fernandez de Córdoba habitaban este castillo, resonaban en su torre de homenage ¡cuántos juramentos de fidelidad noblemente cumplidos; en sus altos salones cuántos clamores de júbilo los dias de cacería, de fiestas, de bodas; cuántas bendiciones en su soportal embovedado, adonde acudian los pobres de la comarca; cuántos gritos de victoria y sinceros parabienes por todo su ámbito, desde los baluartes esteriores hasta los elevados chapiteles de las torres, cuando sus dueños volvian triunfantes de las sangrientas lides con los infieles! ¡y cuántos ayes lastimeros no se habrán exhalado de sus fuertes muros cuando murieron uno tras otro en Algeciras aquellos dos hermanos, los ricos-hombres D. Gonzalo y D. Fernando Ibañez de Aguilar, sus bizarros señores!

Alli son medallones y nichos, y aqui relieves con anchas fajas de grotescos, follages, figuras y cabecitas prominentes; pero todo es obra del egregio prelado de la sangre real de Austria. Véase la lámina que representa este interior. El actual embovedado se construyó desde el año 1713 al 1723, costeando generosamente muchos prebendados las bóvedas de algunas naves.

Descendían los murciélagos, y con sus alas hacían caer tierra de los agujeros del embovedado. Chillaban entre las columnas, como si revoloteasen en un bosque de piedra. En su ciego impulso, chocaban con las cuerdas de las lámparas o hacían bambolearse los capelos rojos con borlas polvorientas y deshilachadas que pendían a gran altura sobre las tumbas de los cardenales.

Esto consiste sin duda en que el arte mozárabe que desaparece, coincide con el arte cristiano del norte que viene á ocupar su puesto, en muchos elementos que uno y otro conservan del bizantino; pero por regla general creemos poder establecer, que cuando las archivoltas de muchas molduras ó toros van exornadas de puntas de diamante, de zigzags y dientes de sierra, de pometados y otros objetos de procedencia oriental, descansando además en columnillas de capiteles cúbicos y orlados de funículos, debe sospecharse sea esta decoracion anterior á la época de S. Fernando . Lo que indudablemente pertenece á su tiempo es el embovedado ojival de todas ellas.

Por último al comenzar la décimoctava centuria, todos los estilos buenos y malos, los buenos en obras de poca importancia, los malos en construcciones muy capitales y de gran coste, habian dejado en él su huella, ya en las cuatro bandas de capillas que ceñian por dentro su perímetro, ya en las edificaciones que interceptaban sus largas naves, ya en el misérrimo embovedado de estas, ya en su atrio y pórticos adyacentes, ya finalmente en sus fachadas esteriores, torre, puertas y postigos; y á pesar de tantas y tan radicales mutilaciones y transformaciones, todavía conservaba indeleble la gran fábrica sarracena el sello del arte religioso islamita.

Esta es sin duda la dificultad artística con que se habia tropezado al querer terminar el edificio en otras épocas anteriores, porque leemos que la construccion no habia pasado de las cornisas desde el tiempo del obispo D. Juan de Toledo, y esto nos induce á creer que el peligro de continuarla se veía única y esclusivamente en el embovedado.