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Si nuestro siglo, que se distingue por la multiplicidad de sus trabajos intelectuales, anhela conocer á fondo los tesoros del teatro más rico y brillante de Europa, este deseo subirá mucho de punto recordando el poderoso influjo, que ha ejercido por más de una centuria en los de las demás naciones.

Ya decía «que un amigo le arrebató varias cartas, y por haberle agradado las ha hecho imprimir; temía que lo mismo sucediera con unas ciento cincuenta más españolas y una centuria de latinas que envió á Gil de Mesa á instancias de un gran personajeAnunciaba á poco la aparición de las Cartas españolas y latinas, y aforismos , diciendo luego: «Saltaron las cartas españolas y latinas á mi desgusto .» «Un amigo se quiso meter á hacer imprimir las cartas á devoción de un gran personaje: no lo ha podido remediar

Vemos que la brillante centuria que hizo florecer en todas las ciudades de España la última trasmutacion del estilo llamado gótico, nada notable dejó dentro de la catedral de Córdoba.

Quien dude de este aserto puede consultar á Beato Renano en su libro II de las cosas de Alemania, á Alberto Crancio en su Metrópoli, á Jorge Braun en su Teatro de las ciudades, á Munstero en su Geografía, á Bocio en su libro 22 de las Señales, á nuestro P. Yepes en su Crónica de S. Benito, centuria 2.ª al año 640, y en otros muchos escritores tan respetables como estos.

Ni en los archivos capitular eclesiástico ni en el municipal, hemos logrado ver documentos relativos á esta solemnidad en el siglo XIV, mas parece razonable suponer, que entonces, los pueblos, que no eran muy dados á novedades porque tampoco las circunstancias político-sociales permitían andar variando á cada paso sus usos, costumbres y ceremonias se celebraria la fiesta del Cuerpo de Dios entrado el siglo XV con poca diferencia de como se efectuaba en la precedente centuria.

A más de éstas, había otras muchas de menos importancia, y puede decirse que, al mediar la décima octava centuria, no existía en Sevilla iglesia, convento, capilla, cruz ó retablo donde no estuviese formada una hermandad, que por las noches recorría las calles, más ó menos devota y gravemente, con sus campanillas, su cruz, su estandarte y sus grandes faroles.

La parte que tomó en la expedicion del Coronel Cornejo aparece en su diario, y por mas fundadas que sean las quejas de este gefe, no bastan á arrebatarle la gloria de un importante descubrimiento. La enemistad de un rival poderoso le obligó á separarse de sus hermanos de Salta, y fue á buscar un asilo á Montevideo, donde acabó su vida en el claustro al rayar de la presente centuria.

Tales son las bases fundamentales de nuestra aristocracia. Pero junto a ella, fundidos ya en su seno, figuran otros elementos, aquellos que han logrado la opulencia en las dos últimas décadas, en las cuales, mucho más que en el trascurso de la anterior centuria, se ha desenvuelto la prosperidad del país.

Por último al comenzar la décimoctava centuria, todos los estilos buenos y malos, los buenos en obras de poca importancia, los malos en construcciones muy capitales y de gran coste, habian dejado en él su huella, ya en las cuatro bandas de capillas que ceñian por dentro su perímetro, ya en las edificaciones que interceptaban sus largas naves, ya en el misérrimo embovedado de estas, ya en su atrio y pórticos adyacentes, ya finalmente en sus fachadas esteriores, torre, puertas y postigos; y á pesar de tantas y tan radicales mutilaciones y transformaciones, todavía conservaba indeleble la gran fábrica sarracena el sello del arte religioso islamita.