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Al rayar el alba de la noche en que Morsamor había pensado y hablado así, como si Dios quisiese darle premio, aparecieron en lontananza, destacándose sobre el fondo de púrpura y nácar del cielo oriental iluminado ya por el día, elevadas montañas que parecían dilatarse de Norte a Sur en extensión grandísima.

Partiéronse al rayar el día, yendo Cervantes disparado hacia la puerta de Jerez, llegando a punto que la abrían, y llegáronse a la Torre del Oro, y alquilando una barca, hacia la galera Marquesa bogaron, llegando a ella cuando sonaba el cañonazo de leva y tocaban en cada galera los instrumentos militares a la oración de la mañana.

Aquí quedé como enterrada, puesto que el mago que me servia cuidó de que nada me faltase. Al rayar el dia, entró en mi quarto el boticario de su magestad con una pócima de beleño, opio, cicuta, eléboro negro, y anapelo; y otro oficial se encaminó á vuestra casa con un cordon de seda azul; nias no halláron á nadie.

Así se presentaron en Peleches al rayar las doce y media, el boticario don Adrián Pérez y su hijo Leto: el primero radiante de gozo, y el segundo no tan acoquinado como era de temerse por lo que de él se sabe.

Se lavó la cara con agua tibia para que el estrago del llanto desapareciese hasta el punto preciso de no afear, mas no para que no quedasen huellas de que había llorado; se compuso el pelo de suerte que no denunciaba estudio cuidadoso, sino que mostraba cierto artístico y gentil descuido, sin rayar en desorden, lo cual hubiera sido poco decoroso; se pulió las uñas; y como no era propio recibir de bata a D. Luis, se vistió un traje sencillo de casa.

El salón, híbrido, y en el cual el gusto refinado de un clubman de raza tendría mucho que rayar, desaparecería ante la masa compacta de hombres y mujeres que lo llenaban. Mi viejo amigo me dio el brazo y entramos juntos a ocupar nuestro lugar en aquel bouquet porteño que julio forma todos los años con la exactitud con que se celebra un aniversario.

No tenía esos aburrimientos negros de los hombres gastados: no se le ocurría jamás una frase irónica, incisiva, de las que aun entre enamorados suelen usarse. Sus alegrías eran bulliciosas y pueriles hasta rayar en ridículas. Divertíase en correr por las habitaciones del pequeño entresuelo detrás de Clementina, o en esconderse de ella y asustarla.

Figuraba el horizonte el nacimiento del sol, como para denotar que esta horrenda catástrofe debia executarse al rayar de la aurora. Luego que hubo acabado, se fué corriendo al aposento de una dama de Astarte, la despertó, y le dixo por señas que era menester que llevara al instante aquel quadro á la reyna.

Al rayar el alba, aunque hacía viento muy frío que helaba, por ser aquí este mes el corazón del invierno, se fueron todos á bañar al río; y para hacer más alegre la fiesta, adornaron sus cabezas con hermosos penachos afeitándose el rostro con colores muy feos, imaginando crecían en belleza y hermosura, cuando parecían otros tantos diablos.

Salió de Santander al rayar el alba: el cielo diáfano, como pocas veces suele verse en aquella costa; la mar azul y rizada. Corría un viento fresco y ligero, que ensanchaba el pecho y abofeteaba las mejillas. Subió al puente con el capitán, que se reía de verle tambalearse y cogerse fuertemente a la barandilla, y desde allí contempló el espectáculo sublime de levantarse el sol en el mar.