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En el fondo tres aposentos separados por sendos tableros pintados de amarillo que no llegaban al suelo. Había gente bulliciosa en estos cuartos: escuchábase rumor de plática alegre y chasquido de vasos. La tienda estaba sola, débilmente esclarecida por una lámpara de petróleo colgada sobre el mostrador.

Tal vez era por inconsciencia, tal vez por un ansia de aturdirse pidiendo al azar las ilusiones del alcohol; pero la bolita de marfil giraba sin descanso en numerosas ruletas, los naipes no cesaban de caer en doble fila sobre las mesas del «treinta y cuarenta», la aglomeración en torno de los tableros verdes iba en aumento.

Cuatro o seis palomas blancas cruzan volando lentamente; al final de la calleja, bañada por el sol, resalta la nota roja de un refajo. Y en el horno cercano comienza el rumor de comadres que entran y salen con sus tableros en la cabeza. Se percibe un grato olor a sabina y romero quemados; una blanca columna de humo surte del tejado terrero; parlan a gritos la hornera y las vecinas.

La había tallado Maestre Rodrigo en la época que la España cristiana, conmovida de entusiasmo, asistía a los últimos esfuerzos de los Reyes Católicos para completar la Reconquista. En los respaldos y en los tableros de los frisos, cincuenta y cuatro cuadros tallados reproducían los principales incidentes de la conquista de Granada.

La Ciudad dispuso que el jurado Juan Mexia los buscase prestados pues no tenía en sus arcas dicha suma y así se hizo. Se recibieron en la ciudad tres cartas Reales, una para que se quitasen los muladares que más podían perjudicar, otra sobre rufianes y vagabundos y la tercera prohibiendo los tableros y juegos de dados.

En doce tableros colocados en los diferentes cuerpos del retablo se ven asuntos de la vida y pasión del Redentor con figuras casi totalmente relevadas: en el parage principal está la Asunción de Nuestra Señora, de escultura y treinta y tres estátuas colocadas en los nichos del retablo.

Les hizo salir por la puerta del jardín y, dando la vuelta por él, los llevó hasta un paraje donde adosadas a la pared sobre tableros había hasta veinte o más colmenas de corcho. Ni un paso más les dijo porque es peligroso. Dejadme a solo.

Todos los días se paseaba por el atrio del Casino esperando con impaciencia los grandes papeles con gruesos caracteres manuscritos que los empleados iban fijando en los tableros. El sólo buscaba en los últimos telegramas el principio de la ofensiva anunciada por los enemigos.

En cada ventana había acumulado la Marquesa flores en tiestos, jardineras, jarrones japoneses, más o menos auténticos y contrastaban los colores vivos y metálicos de esta exposición de flores con los severos tonos del nogal mate que asombraban el artesonado del techo y se mostraban en molduras y tableros de los grandes armarios corridos, de cristales, que rodeaban el comedor en todo el espacio que dejaban libres los huecos y un gran sofá arrimado a un testero.

Hice algunos esfuerzos vigorosos para romper el encanto; pero el pestillo enorme de la antigua cerradura estaba sólidamente asegurado en el granito y tuve que renunciar á desprenderlo. Volví entonces mis ataques contra la puerta misma; pero los goznes macizos y los tableros de encina chapeados de hierro, opusiéronme la resistencia más invencible.