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Vió Ferragut en su imaginación las melenas blancas de Michelet y el tupé romántico de Lamartine sobre un doble pedestal de volúmenes que contenían la historia-poema de la Revolución. También me bato por Francia dijo finalmente porque es la patria de Víctor Hugo. Ulises presintió que este republicano de veinte años debía guardar en su mochila un cuaderno, escrito con lápiz, lleno de versos.

Moreno se mostraba torvo y receloso, hallándose tristísimo en la aborrecible compañía de «tanto explotador de la ignorancia humanaEn cambio D. Pantaleón, siempre grande y profundo, parecía hechizado; no se cansaba de hacer observaciones antropológicas sobre todo lo que veía y oía, sacando a cada instante su cuaderno de notas y escribiendo en él, sin advertir la curiosidad de que era objeto.

Yo di á leer al Padre de les Maestros las poesías inglesas que encontré en su cuaderno de bolsillo. Las traduje á nuestro idioma, y creo que no resultan mal. Si lo dudase, me hubiese convencido anteanoche de que la traducción es buena viendo el entusiasmo con que acogió su lectura el inmenso público de mi conferencia.

Susana, consternada, no había dicho palabra. Hojeaba, delante del piano, su cuaderno de música, tan abstraída en la lectura de fusas y semi-corcheas, que parecía no haber oído nada, no haber visto nada.

Hizo un ligero gesto de susto, al ver el cuaderno en las manos de Carmen; luego se llevó las manos a la cabeza como atontada por un golpe. Adriana levantándose, caminó hacia ella, acercó su cara dolorida a la cara pálida de Laura y la abrazó con desatinada vehemencia, sacudida por los sollozos. Parecían querer fundirse la una en la otra, para formar o un mismo amor o una misma desolación.

D. Agustín Durán poseía un cuaderno autógrafo de Lope, que contiene escritos suyos diversos, y entre ellos algunas poesías líricas inéditas. Muchos de sus renglones aparecen rayados con innumerables enmiendas y adiciones. Es notable el plan de una comedia La palabra vengada, algo detallado, que se encuentra también en este cuaderno.

Tenía yo en las manos el cuaderno de Calendal, y hojeábalo profundamente emocionado... Una banda de pífanos y tamboriles resonó de repente en la calle delante de la ventana, y he aquí Mistral que corre al armario, saca de él vasos y botellas, coloca la mesa en medio del salón, y abre la puerta a los músicos, diciéndome: No debes reírte... Vienen a darme la alborada... Soy concejal.

En el mismo cuaderno se brindaba al doctor Chevirev, pero a condición de que se casase con ella y renunciase a Babilonia y al champaña. Demostraba que, desde el punto de vista económico, eso sería muy ventajoso para el doctor; una vez casada con él, dejaría de cobrar sueldo.

Con esto hay ya un principio de mucha consideracion, para verificar el proyecto, que siendo tan importante y útil al estado, igualmente que á la poblacion de Chiloé, debe llevarse á puro y debido efecto, teniéndose presente el informe que el Gobernador y Cabildo hizo sobre este asunto en 6 de Febrero de 1753, y corre desde fojas 26 hasta fojas 33 del precitado cuaderno, señalado con el número 98.

Los resultados los anotaba todos los días en el cuaderno de bitácora. Yo solía ayudarle muchas veces a echar el cordel de la corredera, y luego a medir. Tenía una corredera antigua. En general, lo que usaba el capitán, el barómetro, los cronómetros, las cartas de derrota, todo era viejo. En su camarote tenía un reloj de arena; lo prefería por seguro y por silencioso. Zaldumbide odiaba lo nuevo.