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Actualizado: 19 de junio de 2025
Entonces volvió al dormitorio, lo atravesó, y entró en la sala: allí el registro fue aún más breve o inútil, pues aparte del diván y los sillones, sólo había una mesa llena de menudos objetos de uso, y luego el piano, sobre el cual se veía un cuaderno con composiciones de Pessard.
Y comenzaba a charlar alegremente o traían un cuaderno en que había copiado versos, algunos en francés, y éstos ella exigía que los leyese Adriana, porque los decía con una admirable pronunciación. Generalmente las Aliaga charlaban con volubilidad, proyectaban viajes, sin propósito ninguno de realizarlos y se daban bromas con jóvenes a quienes no veían desde largos años atrás.
Y el aperador sacaba del armario un amplio cuaderno, en el que se contenía la genealogía y la historia de todo caballo o mula salido del cortijo, con el apodo de nacimiento, padres y abuelos, descripción de la figura, talla, pelo, color de los ojos y defectos que se confesaban generosamente sobre el papel para quedar secretos, dejando a la penetración del comprador el adivinarlos.
¡Cómo sentirá esta invasión de la muchedumbre el viejo erudito de todas las tardes! Llegaba con su raro volumen, tal vez un incunable, aseguraba sus anteojos, preparaba su cuaderno para apuntar las citas y las curiosidades y luego se mecía en un sueño seráfico hasta que encendían las luces. ¡Pobre erudito, ahora tendrás que irte a otro viejo café a dar cabezadas sobre tu incunable!
Había realizado un esfuerzo enorme escribiendo para los periódicos de España y América numerosos artículos, un cuaderno todas las semanas de mi Historia de la Guerra y dos novelas, Los cuatro jinetes del Apocalipsis y Mare nostrum. Además hice muchas traducciones y otras labores literarias obscuras para la propaganda en favor de los Aliados.
En vista de la conformidad del gigante, el catedrático fué hasta el borde de la mesa dando órdenes á gritos, y los atletas que maniobraban la grúa para subir los alimentos pusieron en actividad otra vez el plato que servía de ascensor. Una vez llegado éste arriba, seis de los hombres forzudos cargaron con un libro del mismo tamaño que el cuaderno empleado por Gillespie para sus notas.
En mi estante de libros encontrará usted, escondido detrás de los volúmenes de Heine, un cuaderno azul. Guárdeselo usted, sin que los demás lo noten; y cuando lo haya usted leído todo, vaya usted a mi tumba y rece un Padre Nuestro. »Cuide usted de que me entierren al lado de Marta. Mucho la he querido. Ella es quien me arrastra detrás de sí.
Al oír la campana, monsieur Jaccotot pareció sacudirse y despertar de un sueño... Dejó sobre la mesa el cuaderno... Sacó el pañuelo del bolsillo faldero del jaquet, pasóselo por la cara, guardolo de nuevo, y salió sin decir palabra... Era la primera vez, en sus doce años de enseñanza en el colegio, que se olvidaba de marcar la lección para la clase siguiente, antes de irse...
Con una mediana usura, un cuaderno de cuenta y una regular disposición, en poco tiempo puede hacerse de un peso tres, multiplicación que acabó de comprender Pepay en las complicadas listas de una vecina, cabecilla de mesa de la fábrica de tabacos de Fortín, personaje que, Dios mediante, encontraremos más adelante.
Mi padre dejó á mi madre un cuaderno en el que había descrito cómo era la vida antes de lo que llaman la Verdadera Revolución, y cómo el mundo, gobernado por los hombres, resultaba mejor y más noble que el mundo actual.
Palabra del Dia
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