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Ahora comprendía que cuanta fruta mordió era de la que se pudre en agraz o de la que por su peso cae dañada del árbol: la única vez que llegó a cogerla sazonada y fragante, dejó, como un estúpido, que otro la saborease, y al querer recobrarla... «Imposible». El acento con que Cristeta pronunció esta palabra le taladraba los oídos y le acibaraba el alma.

Y yo siento tener que recordarte que esa persona, por la que profeso la más alta estima, ha sido la compañera y la amiga de tu mujer, mi pobre hija añadió Neris con severidad. El conde se mordió los labios. Su celoso rencor le había llevado demasiado lejos. Tienes razón, tío, no he debido olvidarlo dijo esperando cortar así el debate. Pero Eva no le permitió esquivarse por esta hábil maniobra.

Bajó la última y aun tenía su mano en la mía cuando ya el señor D'Orsel y Julia subían la escalera del hotel. Dio un paso para seguirlos y dejó caer el ramillete. Fingí no advertirlo. Mi ramo, ¿hace usted el favor? Se lo tendí sin decir ni una palabra: hubiera sollozado. Lo tomó, lo llevó rápidamente a sus labios, lo mordió con furor como si quisiera despedazarlo.

Es un fenómeno de autosugestión que casi todos hemos podido comprobar alguna vez. Cuando nos hallamos temerosos o profundamente convencidos de que se ha de decir una cosa, llevamos mucho adelantado para oírla aunque no se diga. Una rabia insensata le mordió en las entrañas. De buena gana les hubiera tocado en la espalda para decirles: «¡Aquí estoy yo!» y estuvo a punto de hacerlo, pero se contuvo.

Despedí a Juan y sólo entonces di cuenta de mi plan a Tarlein y Sarto. Este último manifestó su desaprobación desde luego. ¿Por qué no espera usted? me preguntó. Porque puede morir el Rey. Y si no muere puede llegar el día de los esponsales. Sarto se mordió el blanco bigote, y Tarlein, poniéndome la mano sobre el hombro, exclamó: Dice usted bien. ¡Probemos! Con usted cuento, Tarlein le dije.

Al oir aquellos detalles el acusado se mordió los labios para disimular una sonrisa y varios religiosos se miraron de soslayo; otros tosieron á fin de no soltar la carcajada.

Cualquier cosa, lo que usted pueda... Algún bibelot para la kermesse. ¡Oh!, , ... Enviaré algún objeto de arte... Margarita se mordió los labios para no soltar la risa: pensaba si sería la chocolatera el objeto de arte prometido. Currita díjole entonces con graciosa sonrisa: Y si ese objeto de arte es obra de su genio de usted, será mucho más agradecido.

Clementina creyó notar en estas palabras una intención malévola y se mordió los labios de ira. La tristísima escena que se ofreció a su vista, apenas se aproximó al lecho de D.ª Carmen, consiguió apagar su odio breve instante.

Currita se mordió los labios comprendiendo que era imposible la lucha con aquel cafre, que parecía complacerse en poner de relieve, con sus crudezas, las vergonzosas condescendencias del mundo, y Jacobo se despidió afectuosamente al comenzar el acto con un ambiguo hasta luego, que dejó a Currita muy complacida.

Godfrey se mordió los labios y apretó los puños. No os acerquéis mirándome de ese modo, porque os aplasto. ¡Oh! no, seríais incapaz de hacer eso dijo Dunsey, girando sin embargo sobre los talones para alejarse ; bien sabéis que soy muy buen hermano. Podría haceros arrojar de casa y de la familia, y haceros desheredar cuando quisiera.