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¡Otra vez! exclamó la abuela con alguna impaciencia. ¿Soy yo, a mi edad, quien debe recordarte las ilusiones de la tuya?... Dios mío, qué desabridas y singulares son esas muchachas... No es culpa mía. La desilusión y la singularidad están en el aire que se respira. Empiezo a creerlo replicó la abuela descontenta.

Pero debes reconocer que esas cosas no sirven de gusto a nadie, y como , queriendo resarcirme en cierto modo de la amarga impresión que dejó en mi ánimo la desdichada aventura te opusiste a presentarme a tu tutor y contrajiste solemne compromiso de hacerme en adelante cuantos favores pudieses, he creído conveniente recordarte tu crimen para recordarte tu promesa, ya que hoy necesito que me ayudes.

Mas si el dejarte es triste y doloroso Recordarte será muy deleitoso Si una dulce memoria he de llevar; Porque el recuerdo es la perenne esencia Que perfuma del hombre la existencia Y en el tiempo pasado hace gozar.

A no me vengas con embelecos, porque no estoy de humor de oírlos, y además te prohíbo que digas borricadas a la niña, porque la tienes escandalizada. ¡Vergüenza es que necesite yo recordarte tu deber! D. Pantaleón se abstuvo en adelante de verter ninguna de sus fecundas ideas delante de D.ª Carolina. ¡Era tan severa aquella señora en el seno de la intimidad!

Y yo siento tener que recordarte que esa persona, por la que profeso la más alta estima, ha sido la compañera y la amiga de tu mujer, mi pobre hija añadió Neris con severidad. El conde se mordió los labios. Su celoso rencor le había llevado demasiado lejos. Tienes razón, tío, no he debido olvidarlo dijo esperando cortar así el debate. Pero Eva no le permitió esquivarse por esta hábil maniobra.

Pienso que mi hijo ha muerto por ti, que aún viviría si no hubiese ido en busca tuya para recordarte que eras su padre y que te debías á nosotros... Y cuando pienso eso, te odio, ¡te odio!... ¡Has matado á mi hijo! Mi único consuelo es creer que, si tienes conciencia, sufrirás más aún que yo. Salió Ferragut de esta escena horrible con la convicción de que debía huir. Aquella casa ya no era suya.

A los tres replicó el otro . La Providencia y el hombre, ya amigo ya enemigo, suelen obrar de acuerdo para salvarnos o perdernos. Tu memoria se ha aclarado lo bastante para recordarte, lo que has pasado, la ruina de tus descabellados planes de guerrillero, tu prisión, tu enfermedad gravísima, tu condenación a muerte.

Al fin del día estoy muy cansada; pero yo no te olvido y a todas horas pienso en , y además te dedico un rato todas las noches, y a esa hora no hago más que recordarte y ver tu retrato. Son las once de la noche, estoy solita en mi pieza, y con lápiz, porque olvidé traer el tintero y la pluma, te escribo estas lineas, muy de prisa, tan de prisa que no cuántos disparates estoy poniendo.

Por mucho que me injuries no lograrás que deje de recordarte siempre con cariño.... Algún día cuando ya me hayas olvidado por completo, todavía tu imagen y los dichosos momentos que hemos pasado juntos estarán grabados en mi corazón.... Pero ahora conviene formalizarse añadió cambiando de tono . Concluyamos de un modo digno, Raimundo.... Me vas a hacer el favor de tomar un coche, ir a tu casa y traer todas las cartas que te he dirigido para que las quememos.

Mis ojos le veian en un tiempo feliz, yo no donde; pero siempre encontrarle ellos sabian... ¡Hoy no le encuentro ya! ¿Dónde se esconde? Suave el dorado virginal cabello, puros y azules los rasgados ojos, blanca la tez, enrojecido el labio, lánguido el talle. ¡Cuántas bellezas por mi mal nacidas! ¡Cuántos tesoros, para vedados! Tiemblo, mujer, al recordarte ausente, tiemblo y suspiro.