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¿Para qué? dijo Dunsey, siempre con tono afectado, pero tomando un látigo de sobre la mesa y golpeándose con el cabo en la palma de la mano . Se os presenta una buena ocasión. Os aconsejo que entréis en sus gracias; eso ahorraría tiempo, si Molly llegara a beber una gota de láudano de más, y os dejara viudo. Poco le importaría a la señorita Nancy ser la segunda, si lo ignorara.

Dunsey lo llevó a una cacería para venderlo, y después de haber cerrado el trato con Bryce por ciento veinte libras esterlinas, siguió la traílla y dio algunos saltos insensatos, uno de los cuales despachó al caballo. Sin esa circunstancia, os hubiera entregado cien libras esterlinas esta mañana. El squire había dejado el cuchillo y el tenedor y miraba a su hijo fijamente y con estupefacción.

No era una época de activas pesquisas y de grandes rumores públicos; y, en cuanto al acta de su casamiento, estaba muy lejos, escondida en páginas que nadie hojeaba; que nadie, excepto él, tenía interés en consultar. Dunsey, si reaparecía, sería capaz de traicionarlo; pero se podía comprar el silencio a Dunsey.

Al verlo, el rostro de Godfrey perdió parte de su aspecto sombrío para tomar la expresión más activa del odio. El hermoso galgo negro que estaba acostado frente a la chimenea se retiró a un rincón, bajo una silla. ¿Qué tal, maese Godfrey, qué me queréis? dijo Dunsey en tono burlón . Sois mi hermano mayor y mi superior; tenía, pues, que venir, puesto que me habéis hecho llamar.

Por qué os estáis aquí hablando. Id a buscar a Dunsey, os digo, y que explique por qué necesitó ese dinero y qué hizo de él. Se arrepentirá. Lo arrojaré a la calle. He dicho que quería hacerlo y lo haré. No me volverá a faltar. Id a buscarle. Dunsey no ha vuelto, mi padre.

Pero Dunsey me atormentó tanto para que le diera ese dinero que se lo facilité porque esperaba entregároslo en seguida...

Tengo idea de que tiene el cerebro un poco débil, si no, ¿por qué se dejaría engañar por ese pícaro de Dunsey, a quien nadie ha visto últimamente, y por qué lo dejó matar a ese lindo caballo de caza de que todos hacían elogios? Y durante un tiempo siempre andaba buscando a la señorita Nancy y después todo se desvaneció, por decir así, como el olor de la sopa cuando se enfría.

Respondedme a esto continuó el padre, atacando de nuevo a Godfrey, puesto que no tenía a Dunsey a su alcance. La verdad, mi padre, es que no respondió Godfrey con vacilación.

Desde entonces Dunsey no ha vuelto a la casa, ¿verdad? ¿A casa? no replicó Godfrey , y haría bien en no volver. ¡Qué imbécil soy, me lleve el diablo! Debiera de haber sabido que las cosas iban a concluir así.

Godfrey había dejado de ver la sombra de Dunsey atravesada en su camino, y este camino lo conducía entonces directamente hacia la realización de sus deseos predilectos, los deseos que más largo tiempo había acariciado.