United States or Heard Island and McDonald Islands ? Vote for the TOP Country of the Week !


Por ejemplo, narrando la historia de Mucio Scévola, yo terminaba así: Quemó su mano derecha para castigarla por haberse equivocado, lo que prueba que no era sino un imbécil. El cura que un momento antes me escuchaba con aire complacido, se estremecía de indignación: ¡Un imbécil, señorita! ¿y porqué?

No lo , ave de paso, extranjero, he pasado más de una hora en la intersección de la Quinta Avenida y Broadway, con ese aire imbécil que tiene un huésped instalado en la puerta del hotel que habita, saciando mis ojos con el cuadro encantador que se renovaba sin cesar. No puedo decir que los hombres me hayan seducido tan francamente; el tipo general es de una vulgaridad aplastadora.

Juanito, eres un imbécil dijo el avaro con los labios trémulos por la rabia, erizándosele el bigote de cepillo . Siempre creí que en tu carácter había más de tu padre que de mi hermana, y por eso te quería; pero ahora veo que me engañé.

Debes tener más dinero guardado... ¿Con qué comes, pues?... Te juro que no tengo más, ¡te lo juro por las cenizas de mi madre, Raguet!... Yo no puedo volverme monedas... Dame entonces esos ciento cincuenta francos que te prestó el imbécil de Blondeau... ¡No los tengo ya! ¡no los tengo!... He pagado con ellos al panadero, al mercado, al sirviente, que se fue hoy y me ha dejado sola...

Ese imbécil parece que quiere enterarse dijo Körner. , eso he notado. Pero, ¿no ve usted qué cara de estúpido pone? No entiende una palabra. ; pero... no me fío. Tiene miradas... así, como de espía. Hay que espiarle a él también. Un día el tío, oyéndoles insistir en comentar la curiosidad inútil de Reyes, se quedó pensativo.

estás para por encima de todo el mundo. Leonora habló de su tía, aquella pobre señora resignada y casi imbécil, que al ver a Rafael en su casa con tanta asiduidad, creía en el probable casamiento de su sobrina. Por la tarde una escena dolorosa entre Leonora y ella. Doña Pepa había ido a la ciudad por sus devociones, y a la salida de la iglesia encontró a doña Bernarda. ¡Pobre vieja!

Por un instante me pregunto si voy a confiarle mi nueva felicidad; pero no me atrevo. Estoy seguro de que pondría una cara de imbécil al hacerle esa confesión, y me callo... además, podría ser que Yolanda cambiara de idea y, sondando el fondo de mi corazón, creo que anhelo eso tanto como lo temo. Experimentaba un sentimiento... ¡bah! ¿para qué querer poner en limpio los sentimientos?

Durante el presto con fuoco, Maxi se decía: «Parece mentira que dudara yo un instante de que aquello era la pura realidad... ¡Y lo creí sueño...!, ¡qué imbécil!... Un dato tomado de la existencia positiva me ha quitado todas las dudas. Ahora no me basta con la lógica, necesito ver algo más... y veré. ¡Qué lección para mi mujer! ¡Oh! Dios mío, ahora me asalta otra duda horrible.

Nueve por diez de los que os presumís de ilustrados, sois renegados de vuestra patria. El que de entre vosotros habla ese idioma, descuida de tal manera el suyo que ni lo escribe ni lo entiende y ¡cuántos he visto yo que afectan no saber de ello una sola palabra! Por fortuna teneis un gobierno imbécil.

¿Le gusta, don Camilo? preguntó dirigiéndose a su presunto novio. No... yo no entiendo mucho de eso, a me gusta mucho la zarzuela. ¿Has visto un imbécil igual? me dijo al oído Martín. Cállate repuso Valentina, te puede oír. Valentina se levantó del piano y se sentó a nuestro lado. Don Camilo, hombre de orden, se retiró temprano....