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Le juzgo á usted pero no me dignaré castigarlo. ¿Se ha vuelto usted cobarde? dijo en tono burlón Sorege. ¡No le faltaba á usted más que eso! Me he vuelto paciente, dijo dulcemente Jacobo, y lo pruebo. ¡Pues bien, séalo usted por completo! Dió tres pasos y levantando el brazo, trató de pegar á su antiguo amigo en la cara. En este instante la fisonomía de Jacobo se transfiguró y se puso espantosa.

¡Cuánto tiempo perdido! dijo el filósofo, y avanzó por el agua hasta poder ser oído de los de la tartana : ¡Señor condenado, señor maldito! gritó con aire burlón , ¿ha olvidado usted que estas santas gentes no se acercarán si el reverendo, con su presencia, no tranquiliza las conciencias tímidas de estos corderos? Y volvió a unirse a sus compañeros que le maldecían.

Sin embargo, un demonio burlón murmuraba á mi oído que según todas las previsiones de la humana discreción, Margarita hallaría más paz y felicidad real en la amistad templada de un marido razonable, que en la pasión real de un esposo caballeresco. ¿Será esto verdad, será esto posible? ¡Yo no lo creo!

Sus voces eran gemidos; pero no lloraron, no se atrevieron a besarse, a estrecharse las manos en presencia del mediquillo burlón y de aquellos enfermos que les miraban fijamente. Ella se alejó por un corredor obscuro, precedida por el médico. Su paso vacilaba... pero no quiso volver el rostro atrás, como si temiese perder toda su firmeza.

Profesábanse gran cariño las dos hermanas; pero esto no impedía que algunas veces Amparo esgrimiese su carácter burlón contra Concha y ésta sacase a luz su impetuosidad iracunda; conflictos que terminaban siempre yendo la pequeña en busca de la mamá, llorando, con la mejilla roja de un bofetón o un par de pellizcos en los brazos.

El genio de ella, de ordinario alegre y burlón, y la facilidad que tenía para echarlo todo a broma le valieron de mucho en aquellas circunstancias difíciles.

No me hagan ustedes decir lo que no pienso, replicó vivamente la señorita de Freneuse. De ningún modo querría dañar en vuestro concepto al conde de Sorege. Tiene un carácter que no me agrada; no hay más. ¿Y qué carácter es el que usted le atribuye? Se mostraba altanero y burlón, y á me cuesta trabajo soportar ese modo de ser. Calculaba fríamente y no obraba jamás á la ligera.

Está cosido a las faldas de su bella cuñada; responde otro con aire burlón. ¡Deja en paz a mi cuñada! le dice Juan frunciendo el entrecejo. El tumulto lo disgusta, los gritos roncos lo ensordecen, las bromas torpes le hacen mal. Bebe apresuradamente dos vasos de cerveza fresca, y sale, librándose con gran trabajo de las instancias importunas de sus camaradas.

Emilita le hizo suyo llamándole cazurro y dándole pellizcos por «pícaro y burlón»; ¡a él, a quien había que sacar las palabras con tirabuzón y en su vida había gastado la más sencilla chanza! Con este memorable suceso, la familia Mateo andaba bastante dislocada. Jovita, Micaela y Socorro, hermanas legítimas de la afortunada doncella, sentíanse celosas y lisonjeadas a la vez.

Yo no he sido más que un instrumento de odio en las hábiles manos de usted. Ahora lo veo. El mal que yo he hecho, usted lo ha concebido y premeditado y es más responsable que yo. Usted no se ha comprometido por salvarme, me ha perdido para satisfacer su odio. Yo he sido siempre su víctima, siempre sublevada y ahora implacable... Sorege dijo en tono burlón: ¡Vamos!