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Cuando llegó junto al ciego, que en lugar próximo le esperaba, la pena inmensa que oprimía el corazón de la pobre anciana reventó en un llorar ardiente, angustioso, y golpeándose la frente con el puño cerrado, exclamó: «¡Ingrata, ingrata, ingrata! No yorar ti, amri le dijo el ciego cariñoso, con habla sollozante . Señora tuya mala ser, ángela.

¿Cómo, madre! ¿No lo sabías? gritó Roberto golpeándose la frente con ambos puños. ¿Ella nada te dijo? ¿No fue a buscarte anoche para contarte lo que había pasado entre nosotros durante el día? ¡Nada me dijo! gimió ella. Apenas si me dirigió una sílaba, y se encerró en su cuarto...

¡Ah! exclamó mi tío golpeándose en la frente. ¡Pobrecita! ¿Quién lo hubiera creído?... ¿Será posible? ¡Ya me lo había sospechado! ¿Y por qué no? Cualquiera, conociéndolo a usted... ¿o pensaba usted... que, casándose con una muchacha como esa, no?... ¡Oh! no, no contestó mi tío con cierto orgullo reconcentrado, como un hombre que está persuadido de haber cumplido con su deber.

Y con ademanes descompuestos, golpeándose el pecho, hablaba de sus convicciones.

Hasta la edad moderna, los fieles penetraban compungidos y contritos en la casa de Dios para suplicarle de rodillas, confesando sus culpas, besando el suelo y golpeándose el pecho.

Por allí, en la tarde en que vamos caminando, halló Pedro Real razón para encontrarse a caballo, el cual dejó en la cumbre, mientras que, golpeándose con el latiguillo los botines, se perdía, sin recordar el cuadro de Ana, por la calle de los lirios.

No , no , no exclamó Teodoro, golpeándose el cráneo melenudo con su zarpa de león . , una cosa , y es que no sabemos más que fenómenos superficiales. Señora, yo soy un carpintero de los ojos nada más. Después fijó los suyos con atención profunda en aquello que fluctuaba entre persona y cadáver, y con acento de amargura exclamó: ¡Alma! ¿qué pasa en ti? Florentina se echó a llorar.

Esta profesión de fe la elevaba como un muro infranqueable, golpeándose al mismo tiempo el pecho para demostrar la dureza del obstáculo. Ulises sintió tentaciones de reír, lo mismo que hacía siempre ante las afirmaciones políticas de Tòni. Pero la situación no era para burlas, y siguió hablando con el deseo de convencerle.

Y qué sacamos de eso? contestó en el colmo de la confusión Bozmediano. Entro, por ejemplo, de noche: si alguna me ve, me creerá ladrón, chillara, y entonces ... ¡bonita aventura! Además, Clara no está prevenida, no tiene relaciones conmigo. ¿Qué voy yo á hacer allí? Yo quiero introducirme sin que se sospeche nada, entablar amistad con ella. Tengo una idea exclamó Gil golpeándose la frente.

Ya tendré entonces lo que me falta: el reposo eterno.... No digáis que no.... ¿Creéis que no tengo ganas de descansar...? Pero mientras llega la hora, don Eugenio siempre firme en su tienda del Mercado. ¡Comerciante hasta la muerte! Y después de repetir estas palabras golpeándose el pecho, salió del salón escoltado por las señoras.