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Hasta el día de hoy, nunca nadie nos oyó sobre el caso; antes, cuando alguno siento que quiere decir algo della, le atajo y le digo: "Mirá: si sois amigo, no me digáis cosa con que me pese, que no tengo por mi amigo al que me hace pesar; mayormente si me quieren meter mal con mi mujer, que es la cosa del mundo que yo más quiero, y la amo más que a .

Y que ella está enamorada, y celosa, y rabiando por que vos la pidáis la mano, no me lo digáis a , que en esto de amores soy yo maestra. Y si doña Guiomar no os quisiere, y para nada menos que para marido, que me lleven por esas calles hasta las cuatro estatuas de la Tablada con coroza y sambenito, y que allí me quemen viva.

Dígolo porque ya habéis visto, señores, con manifiesta experiencia, el que de habéis recebido; en pago del cual querría, y es mi voluntad, que, cargados de esa cadena que quité de vuestros cuellos, luego os pongáis en camino y vais a la ciudad del Toboso, y allí os presentéis ante la señora Dulcinea del Toboso y le digáis que su caballero, el de la Triste Figura, se le envía a encomendar, y le contéis, punto por punto, todos los que ha tenido esta famosa aventura hasta poneros en la deseada libertad; y, hecho esto, os podréis ir donde quisiéredes a la buena ventura.

El cura, a pesar de la resistencia de Juan, iba a lanzarse en el panegírico de su ahijado, cuando Bettina intervino, diciendo: Es inútil, señor cura; no digáis nada... todo lo que podríais decir, lo sabemos. Hemos cometido la indiscreción de tomar informes sobre el señor... ¡oh! casi dije el señor Juan... sobre el señor Reynaud. ¡Y nos los han dado admirables!

Asensio había estado en Cuba algún tiempo, de soldado, y contó anécdotas de aquella tierra. Lo que más le gustaba era hablar de los chinos. Son de mal intención, pero buenos cocineros, eso si. Digáis a un chino que os haga un arroz. Os hace una cosa manífica. Es gente raro. Luego se ponen a chun, chun, chun. ¿Y entenderles? nada. ¿A nosotros? Rabia nos tenían.

6 Y oyendo esto los discípulos, cayeron sobre sus rostros, y temieron en gran manera. 7 Entonces Jesús llegando, los tocó, y dijo: Levantaos, y no temáis. 9 Y como descendieron del monte, les mandó Jesús, diciendo: No digáis a nadie la visión, hasta que el Hijo del hombre resucite de los muertos.

No le digáis nunca... os lo pido con el corazón abierto, por Jesús sacramentado, no le digáis nunca que doña Clara se ha puesto aquel aderezo, que yo os he reconocido, don Juan... no le digáis nunca lo que está sucediendo entre nosotros... lo que sucederá... jurádmelo, hijos míos, jurádmelo.

Haré que os lleven dentro de un momento un par de valijas y unas cajas de cartón. Ocupaos en colocar en ellas las cosas de mi hija, para no tener que apresuraros demasiado mañana. Sed discreta, no digáis nada de lo que os he dicho..., y que la loca llore o grite, no os importe, dejadla que grite como si no la oyerais. Es la última vez que os molestará.

Don Alvaro y Clara hablan cada uno para de este modo: CLARA. No es menester que digáis Cuyas son mis alegrías, ALVARO. Que bien se ve que sois mías En lo poco que duráis. CLARA. Alegrías mal logradas Antes muertas que nacidas; ALVARO. Rosas sin tiempo cogidas, Flores sin sazón cortadas; CLARA. Si rendidas, si postradas A un ligero soplo estáis, ALVARO. No digáis que el bien gozáis;

Decid al sargento mayor don Juan de Guzmán, pero no digáis á mi amante exclamó con altanería Luisa ; sobre todo, no deis mal ejemplo á vuestra hija diciendo delante de ella tales cosas. ¡Mi hija...! ¡tan perdida como vos! ¡Padre! exclamó con su dulce voz la Inesilla ; es verdad que quiero á Cristóbal, pero le quiero para mi marido... y mirad, señor, que mi madre es una mujer honrada.