logradas

Porque en la piedra que en mis hombros veo, Que la fortuna me cargó pesada, Mis mal logradas esperanzas leo. Las muchas leguas de la gran jornada Se me representaron que pudieran Torcer la voluntad aficionada, Si en aquel mismo instante no acudieran Los humos de la fama á socorrerme, Y corto y facil el camino hicieran.

Miguel de Cervantes Saavedra - Viage al Parnaso: La Numancia (Tragedia) y El Trato de Argel (Comedia)

Comunicola a los apóstoles, y pasó de ahí a ejercitarse en los Concilios, a continuarse en los Obispos, y por medio de la Santa Sede Apostólica se delegó absolutamente a los Inquisidores Apostólicos, a cuyo Sagrado Tribunal, al impulso de tan logradas experiencias ha ido dando la Iglesia más amplia la autoridad y más soberanas sus veces.

R. P. Francisco Garau - La fe triunfante en quatro autos : Celebrados en Mallorca por el Santo Oficio de la Inquisición en que han salido ochenta y ocho reos, y de treinta y siete relajados sólo hubo tres pertinaces.

En suma, V. la ha envenenado con tal desconfianza, que ella, al sentir los latidos de su corazón juvenil y la lozanía de la vida en su verde primavera; al ver el fuego, si puro, ardiente de sus ojos; al oir la voz de la naturaleza, que la incita á que ame; al soñar acaso con lícitas venturas, logradas en este mundo al lado de un ser de su misma humana condición, se ha figurado que era presa de impuras pasiones, se ha creído perseguida por los monstruos del infierno, y para no ser ella un monstruo, ha querido refugiarse en el santuario.

Juan Valera - El Comendador Mendoza : Obras Completas Tomo VII

Don Alvaro y Clara hablan cada uno para sí de este modo: CLARA. No es menester que digáis Cuyas son mis alegrías, ALVARO. Que bien se ve que sois mías En lo poco que duráis. CLARA. Alegrías mal logradas Antes muertas que nacidas; ALVARO. Rosas sin tiempo cogidas, Flores sin sazón cortadas; CLARA. Si rendidas, si postradas A un ligero soplo estáis, ALVARO. No digáis que el bien gozáis;

Adolf Friedrich von Schack - Historia de la literatura y del arte dramático en España, tomo IV

Y concluidas las misas, se iban por la calle Mayor adelante en busca de emociones puras, inocentes, logradas con la oficiosidad amable del uno y el dinero copioso de la otra. No siempre se ocupaban de cosas de comer. Repetidas veces llevó Estupiñá cuentos como este: «Señora, señora, no deje de ver las cretonas que han recibido los chicos de Sobrino... ¡Qué divinidad!».

Benito Pérez Galdós - Fortunata y Jacinta: dos historias de casadas