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Ana admiró en silencio la fuerza de su padre espiritual, en la que no vio más que un símbolo físico de la fortaleza del alma; fortaleza en que ella tenía, indudablemente, una defensa segura, inexpugnable, contra las tentaciones que empezaban a acosarla. Visita subió entonces al columpio, pero con las piernas atadas: no quería que se le viesen los bajos.

19 sirviendo al Señor con toda humildad, y con muchas lágrimas, y tentaciones que me han venido por las asechanzas de los judíos; 20 como nada que fuese útil he rehuido de anunciaros y enseñaros, públicamente y por las casas, 21 testificando a los judíos y a los gentiles el arrepentimiento hacía Dios, y la fe en nuestro Señor Jesús, el Cristo.

La regla me recomienda paseo, mucho paseo, unas cuantas horas de ejercicio sin pensar en las cosas santas. Otro señor sacerdote reformó el primer papel, ordenándome aún más horas de paseo; toda la tarde en el campo. Dicen que de no hacerlo así puede turbárseme la cabeza y el demonio me dará martirio con sus perversas tentaciones.

Aquellas gentes, acostumbradas por tradición al respeto de los placeres ruidosos de los ricos, disculpábanlos como si fuesen un deber de la juventud. El señor Fermín estaba enterado de la gran mudanza que se realizaba en don Luis, de sus alardes de hombre serio, y veía con gusto que viniese a la viña huyendo de las tentaciones de la ciudad.

Aunque fuese alto y pequeñísima yo, solía acariciarme las mejillas su lindo bigote rubio y retorcido, y sentí algunas tentaciones de las que no hablaré por no escandalizar al prójimo. Embriagada por la alegría y las lisonjas que zumbaban a mi derredor, dije todas las tonterías inimaginables; pero conquisté a todos los hombres y desesperé a todas las muchachas.

En una palabra: don Rodrigo Calderón, á quien tan torpemente concede mi padre toda su confianza. ¿Pero estáis loca, doña Catalina? Estáis loca; ¿qué cólera y qué malas tentaciones son esas? Acabo de recibir esta carta. La joven sacó de su seno un pequeño billete. La duquesa se estremeció involuntariamente, porque recordó la carta del rey.

Todo era confusiones y vacilaciones, y tentaciones y arrepentimientos Cervantes, y dar en una idea, y dejarla para dar en otra, y de aquella otra volver a la misma idea.

No veían a su maridito. ¡Quién sabe lo que estaría ocurriendo en la otra banda del buque o en la cubierta de los botes! ¡Con tantas malas mujeres que venían en este viaje! ¡No haber un vapor limpio de tentaciones, sólo para personas decentes! Y corrían sin saber adónde, como si hubiese sonado de pronto la señal de alarma.

A consecuencia de todo esto, era menester tomar un partido y lo tomé más fácilmente de lo que un mes antes hubiera creído, pues había empleado todo mi valor en combatir las primeras tentaciones de un amor que el buen sentido y el honor reprobaban igualmente, y aquella misma que, sin saberlo, me imponía este combate, sin saberlo, también, me había ayudado poderosamente á triunfar.

El prelado comenzó a decir con voz clara y solemne: , querida hija, que habéis formado resolución de encerraros para siempre en esta santa casa con propósito de ser toda la vida esclava del Señor... también que vuestra voluntad es firme, y que habéis sabido resistir, no sólo a las vanas seducciones del mundo, sino también a aquellos goces honestos que la bondad de Dios nos permite... Pero la vida, hija mía, en el seno de la mortificación y penitencia suele ser más larga que en el tumulto de los placeres, y mientras nuestro espíritu resida aprisionado en la carne, somos el blanco de graves e incesantes tentaciones...