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La chica rechazó con indignación la malévola sospecha que había debajo de sus palabras, se encrespó de tal manera que el pobre no volvió a entrar en explicaciones. Se retrajo de la compañía de sus amigos. Andaba avergonzado, siempre temiendo que le echaran en cara aquella indecente complacencia. Y así fue. Un día, en la taberna, se lo dijeron bien clarito.

No faltó quien dijo que lloraba el vino que había bebido; pero estamos lejos de dar crédito a esta insinuación malévola, primeramente porque es un absurdo que se llore vino, y después porque su acento era tan sincero, su ademán tan patético, que nadie podía dudar de que sus palabras salían del fondo del corazón.

Los demás, que no le habían visto, levantaron la cabeza sorprendidos y saludaron. ¿ por aquí á estas horas, gachó? ¿Qué milagro es éste? dijo Antoñico con intención burlona y malévola que hizo dar un vuelco á la sangre del guapo. ¡Con qué placer le hubiera estampado la botella en la cara!

Renegaba en mi interior de la suspicacia malévola que parece inherente al corazón humano en todos los países, y protestaba con irritación de esa tendencia a ver el lado malo en las acciones de los demás, y atribuirlas siempre un móvil interesado o mezquino.

No, no tanto como usted supone respondió el cura un tanto malicioso. Lo que estoy exponiendo en este momento son las ideas nuevas. Ahora bien, estando casi admitida la vocación al celibato, se puede decir de un modo general que toda solterona agria, malévola y malhumorada es una solterona involuntaria.

En uno de estos recodos otra cosa no menos indefinida y malévola, se arrojó sobre él con una blasfemia, encarándole una pistola y requiriéndole la bolsa o la vida.

Clementina creyó notar en estas palabras una intención malévola y se mordió los labios de ira. La tristísima escena que se ofreció a su vista, apenas se aproximó al lecho de D.ª Carmen, consiguió apagar su odio breve instante.

Balbuceó algunas palabras, apenas perceptibles; pero el maestro, separando de su frente el negro cabello, la besó, y así, asidos de la mano, salieron de las húmedas y perfumadas bóvedas del bosque por el abierto camino bañado en la luz matinal. No tan malévola en su trato respecto a los demás alumnos, Melisa conservaba todavía, una actitud ofensiva respecto a Sofía.

Así fué, en efecto; aquella mujer indócil, que parecía ingrata porque lo amaba todo, que se reía malévola de sus adoradores y luego en Lyón rompía su falda bordada para que envolviesen con ella á un obrero que sacaron moribundo de un pozo; voluntad amoral, sin más ley ni otro cauce que su alegre capricho; libertina sin sensualidad y liviana sin codicia, que llegó á ser citada como modelo de madres amantísimas, sin haber podido sin embargo, recogerse jamás en la uniforme santidad del matrimonio.

Al no poder vengarse Momaren del revolucionario Ra-Ra, que andaba fugitivo, quería saciar ahora su odio en el pobre Hombre-Montaña. Además, su vanidad de autor atribuía una intención malévola al pobre gigante, el cual, por simple torpeza, había interrumpido su fiesta literaria.