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¿Por qué no? respondió Juan, con gran calma; sería necesario saber qué compromisos ha contraído usted... Pero el señor Aubry se exasperaba: ¿Entonces no comprendes nada? Puedes imaginarte que al realizar esos esponsales, he prometido una dote... , tres mil pesos de renta y sesenta mil en dinero contante. ¿Podré, estando embrollados mis asuntos, retirar todos los años esa renta de la casa?

El notario levantó los brazos al cielo con una estupefacción demasiado vehemente para ser fingida. ¡Usted ama al señor de Candore! ¡Usted! ¡Usted! Le amaba como él a , más que a mi vida, pero menos que a mi honor, y, lejos de sustraerse a sus juramentos, que yo por otra parte no había ratificado, vea usted la carta que me escribió la víspera de sus esponsales. Lea usted, se lo ruego.

Luego añadió: Ahora vete con Dios y vuelve por aquí dentro de poco, a las diez y media, para que, en presencia de mi madre y de varios amigos, se celebren con don Paco mis esponsales. Volveré como deseas. Antes de irme te dejaré aquí, para rescate de mi pariente Antoñuelo, a quien tanto o más que tengo obligación de proteger, los ocho mil reales que hay que dar al tendero murciano.

Está bien, tengo fe en ti dijo el señor Aubry que se debilitaba. respondes del porvenir y del presente de la cristalería; pero hay otro presente que me preocupa: me inquieta la situación de mi hija a causa de la falta de esos bribones... Al celebrar sus esponsales, contraje compromisos, y ésos no puedes asegurarme que los cumpliré...

Como si esto no bastase, mis celosos consejeros, el Canciller y el general Estrakenz se presentaron en Zenda, instándome a que designase día para la solemnización de mis esponsales, ceremonia que en Ruritania es casi tan obligatoria y sagrada como el matrimonio mismo.

Aunque nada tenía de poeta, era a aquel balcón donde el conde iba a menudo a soñar con su amiga. En el recogimiento de la hora crepuscular, que confunde el paisaje en tintas imprecisas y dulces tan en armonía con las impresiones melancólicas, Raúl evocaba el recuerdo turbador de sus místicos esponsales, como ella en su estrecha oficina.

Hallándose presente ésta, así como también el P. Atanasio, hizo venir a Juan Moreno Güeto y le indujo a contraer con Leonor solemnes esponsales, que autorizó el P. Atanasio, prometiendo, por su parte, ser pronto el ministro que santificase por la virtud del sacramento la unión de los novios.

Después de los esplendores de unos esponsales dichosos, vienen los faustos de la boda, completados por los gastos del viaje obligatorio... Los jóvenes que poseen pocos bienes, hacen las cosas tan regiamente como aquellos cuya fortuna está sólidamente establecida... Hace falta voluntad y energía para resistir a la corriente de los placeres y arreglar los gastos de tal modo, que se salve el equilibrio del presupuesto, conservando las apariencias de una vida acomodada... ¿Cree usted que las jóvenes modernas ven bien ese grave aspecto del matrimonio?...

Consideraba casi una afrenta la iniciativa de María Teresa para deshacer sus esponsales. ¿Lo creía, pues, incapaz de casarse sin recibir dote? Pero en seguida se sonrió de este último resto de caballerosidad que había brillado en su interior. ¿No quedaba todo bien arreglado así? La carta lo libraba de un gran compromiso. La releyó, pesó las palabras y analizó las frases...

Armado de su autoridad, de los halagos y de la persuasión, «Fija, la dijo: es mi deseo que tomes tu compañíaIsabel, acosada por el vencimiento del plazo, ignorando la vida de Marcilla, recelosa de no haber tenido cartas suyas, y temerosa de oponerse a la voluntad de su padre, condescendió a la propuesta, y este aprovechando la oportunidad del rendimiento de su hija, hízola contraer esponsales con D. Pedro Fernandez de Azagra, heredero del Señorío de Albarracin, y al poco tiempo se celebraron las bodas.