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Y ello me demuestra que no es absolutamente necesaria la ortografía para razonar bien. Deseo, pues, complacer a mi bella comunicante. Y con tal fin elijo por tema de esta crónica la crotalogía, es decir, el arte de tocar los crótalos, nombre que los divinos griegos daban a las castañuelas. Creo que mi comunicante quedará complacida, pues no hay nada más alegre que unas castañuelas.

Ni tenían todos el mismo grado de aplicación: Zalamero, juicioso y circunspecto como pocos, era de los que se ponen en la primera fila de bancos, mirando con faz complacida al profesor mientras explica, y haciendo con la cabeza discretas señales de asentimiento a todo lo que dice.

Currita se mordió los labios comprendiendo que era imposible la lucha con aquel cafre, que parecía complacerse en poner de relieve, con sus crudezas, las vergonzosas condescendencias del mundo, y Jacobo se despidió afectuosamente al comenzar el acto con un ambiguo hasta luego, que dejó a Currita muy complacida.

La gratitud por tan magno servicio exigía que Benedicta, entre ruborosa y complacida, murmurase un Pase usted adelante, aunque la casa no es como para la persona. Suponemos que esto o cosa parecida sucedería, y que Fortunato no se dejó decir dos veces que le permitían entrar en la gloria, que tal es para todo enamorado una mano de conversación a solas con una chica como un piñón de almendra.

Usted que es gran teóloga, y muchas veces me ha dado su opinión sobre otros grandes sermones míos, deseo que vea ahora éste. Yo no entiendo de eso replicó la santa con repugnancia. entiende dijo Paz complacida. ¡Qué modestia! exclamó Entrambasaguas. La santidad unida al talento. Pero yo , aunque usted quiera ocultarlo, que es una gran teóloga.

serás responsable de lo que ocurra. Y cuando más afligida parecía, la vista de un arroyuelo entre las peñas, de un árbol enorme, o del mar lejano ofreciéndose a través de la columnata de troncos, la hacían incorporarse en su asiento a impulsos del entusiasmo y sonreír, complacida, mientras unas lágrimas retrasadas se desplomaban de sus párpados, enrojeciendo su nariz.

Volveré á llenar vuestros cubiletes, por lo bien que habéis brindado en honor de los valientes que visten el coleto blanco. ¡Venga esa cerveza, ángel mío! y dirigiéndose á la tía Rojana, que le miraba sonriente y complacida, entonó una canción bélica, con vozarrón tremendo y desafinando á todo trapo. Á fe mía que más entiendo yo de dar flechazos que de cantar trovas.

Soledad escuchaba serena, complacida, dejándose arrullar por aquella cascada de palabritas de miel que nunca habían llegado á sus oídos. Llevaba los ojos puestos en el cielo y sonreía de vez en cuando á los amorosos extremos de su amante. De repente vió correr una estrella, y para que no fuese mensajera de algún mal exclamó: ¡Dios te guíe! ¡Dios te guíe! Velázquez la miró sorprendido.

Ella continuó hablando, complacida y desdeñosa al mismo tiempo al considerar el ambiente que la rodeaba. ¡Amor... amor! En estos países no se habla de otra cosa. Es casi una industria, algo preparado escrupulosamente para las gentes del Norte, crédulas y simples. Todos representan el amor: ese cantante gritón, usted... hasta el ostricario.

Hoy mismo quedará usted complacida. ¡Oh, señor Duque! Mil gracias... Usted sabrá perdonar... exclamó levantándose y extendiendo hacia él las manos. El magnate se limitó a inclinarse profundamente sin contestar. Le suplico que no me guarde rencor... Lo que acabamos de hablar quedará secreto entre nosotros. Buscaremos medio de que nadie sospeche el motivo de mi marcha.