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Aquella armonía dura hasta que Pablito se encarga de desbaratarla lanzando repentinamente en medio de ella su vozarrón de carnero. Las costureras suspenden el canto y levantan asustadas la cabeza. Después se echan a reir. El bello Pablito, recostado en su butaca allá en otro rincón, se ríe también con fuertes carcajadas de su gracia.

Pero á pesar de su regocijo, tuvo prisa en retirarse. Temía á los de arriba. El vozarrón ó el señor de la leche podían darle algo malo por su tardanza. Y subió veloz por la escalerilla, después de recomendar mucho á Pepeta que pasase alguna vez por allí, para recordar juntas las cosas de la huerta. El cansado esquilón de la Ròcha repiqueteó más de una hora por las calles de Valencia.

Veía venir a un italiano bajito, flaco, requemado, que, con voz de tiple , aunque doliente como un quejido, exclamaba acompasadamente: "Pobre doña Luisa", "Pobre doña Luisa", mientras lo que en realidad hacía era ofrecer los fósforos y cigarrillos que llevaba en un cajón colgado al pescuezo; otro alto, rollizo, con un cuello de media vara, y llevando canastas repletas de bananas y naranjas, exclamaba en tono alegre: "arránqueme esta espina"; mientras un francés que vendía anteojos, cortaplumas y botones, anunciaba con un vozarrón de bajo: "soy un pillo", coronado por un vendedor de requesones, que clamaba intermitentemente: "tres colas negras".

¿Lo ves? saltó aquí el hombrazo, con un vozarrón que aturdía. ¡Ya sacastes la pata!... ¡ya la jicistes! ¿En qué? preguntó mi tío, fingiendo extrañeza, mientras el Cura reía a borbotones y lanzaba latines y yo no sabía qué pensar de todo aquello...

Comenzaban a arder las esteras viejas, las sillas cojas y demás muebles recogidos en los desvanes del barrio y amontonados en el interior de la falla. El rojo resplandor iluminaba la parte baja de los figurones. ¡Que toquen la Marsellesa! gritó un vozarrón anónimo con acento imperioso. Un estremecimiento pareció correr por la muchedumbre, saltando después de balcón en balcón.

Antes que la vieja me contestase se oyó un vozarrón arriba, diciendo: Adelante. Suba usted. Y en cuanto traspuse la puerta y tomé una escalerita estrecha con peldaños de azulejos guarnecidos de madera, atisbé en lo alto de ella la figura del cura, que, con grave pero amigable continente, me invitaba a subir. La casa era pequeña, por lo que pude observar.

Cuando se hacía momentáneamente el silencio en el comedor, oíase cómo se regocijaba fuera la plebe; el rasgueo de la guitarra, el estallido de los cohetes, el cacareo de las mujeres; y algunas veces el estruendo venía de abajo, de la cocina, donde sonaban el vozarrón de Nelet y las corridas medrosas de las criadas, con chillidos de protesta débil. También allí partían huevos.

Dejemos escoger la ocasión a don Enrique y a don Diego, que, llegado el caso, todos estamos dispuestos a fijarlo por nuestras manos en el sitio que convenga. Las sillas resonaron. Todos se levantaban para marcharse. Tan pronto como el Canónigo se halló de nuevo en el aposento de su discípulo, exclamó con profético vozarrón: Todo esto habrá de concluir sobre un cadalso.

Un vozarrón de marimacho bajó como un trueno por el hueco de la escalerilla. ¡Elisa!... Sube pronto la leche. El señor está esperando. Rosario empezó á reir de ella misma. Ahora se llamaba Elisa: ¿no lo sabía? Era exigencia del oficio cambiar el nombre, así como hablar con acento andaluz. Y remedaba con rústica gracia la voz del marimacho invisible.

La gente pobre que no se acordaba de la casa de Dios, encontraba en su miseria el dinero necesario para que el pariente marchase á la fosa escoltado por la burra de don Facundo y mecido en su ataúd por el vozarrón del cura. Había días en que acompañaba cinco entierros en los lugares más lejanos de la parroquia; asunto de leguas.