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Miranda, que privado de toda sociedad ya frecuentaba la de su mujer, notó el sello de melancolía impreso en sus facciones, y renacieron en él pensamientos nunca del todo extintos desde el malhadado percance del ferrocarril, jamás había de arrancársele por completo aquella espina, que dolorosamente le punzaba en lo más sensible del amor propio, el cual era a su vez lo más vivo de sus afectos.

Con todo, el oso á veces huye, rehusa el combate, creyendo á su contrario más feroz y más hambriento que él. El hombre con hambre es terrible. Sin otra arma que una espina de pez, persigue al enorme animal; empero hubiera perecido cien veces á no tener otro alimento que ese compañero terrible. El poder vivir le costó un crimen.

Como los profetas, como los oradores, como todos los que triunfaron con el gesto, el actor necesita ser bello. A despecho de los siglos, Grecia y Roma viven en nosotros. Adoramos la línea. A «Cuasimodo» le perdonamos el extravío de su espina dorsal, porque sabemos que, bajo su joroba de bufón, hay un buen mozo. Lo demás es obra del instinto».

Perico Gonzalvo no simpatizaba con Lucía, encontrándola muy provinciana y muy poco mujer en cuanto a las artes de agradar. Miranda, ya un tanto rejuvenecido por los favorables efectos de la primer semana de aguas, se iba con Perico al Casino, al Parque, enderezando la espina dorsal y retorciéndose otra vez los bigotes. Quedaban pues frente a frente las dos mujeres.

Esto todo sea con perdón del antojo del Galileo y el del gran don Juan de Espina , cuya célebre casa y peregrina silla son ideas de su raro ingenio; que yo hablo de antojos abajo, como de tejas, y salvo la óbtica destos señores antojadizos que han descubierto al sol un lunar en el lado izquierdo, y en la luna han linceado montes y valles, y han visto a Venus cornuta.

La muerte del pequeño se había transmitido rápidamente por todo el contorno, gracias á la extraña velocidad con que circulan en la huerta las noticias, saltando de barraca en barraca en alas del chismorreo, el más rápido de los telégrafos. Aquella noche, muchos durmieron mal. Parecía que el pequeñín, al irse del mundo, hubiese dejado clavada una espina en la conciencia de los vecinos.

310 Es triste a no poder más el hombre en su padecer, si no tiene una mujer que lo ampare y lo consuele: mas pa que otro se la pele lo mejor es no tener. 311 No me gusta que otro gallo le cacaree a mi gallina; yo andaba ya con la espina, hasta que en una ocasión lo pille junto al jogón abrazándome a la china.

No, Sol, yo soy tu hermana. No hagas caso de lo que dice la directora. Yo te querré siempre como una hermana y abrió los brazos, y apretó en ellos a Sol, a la que llevaba sin miedo, prestísimamente. ¡Oh! dijo Sol de pronto ahogando un grito. Y se llevó la mano al seno, y la sacó con la punta de los dedos roja. Era que al abrazarla Lucía, se le clavó en el seno una espina de la rosa.

Hasta su impaciencia de alcanzar la perfección de un brinco hubiera debido darme mala espina, si el cariño de tío no me hubiera cegado. Pues qué, ¿los favores del cielo se consiguen enseguida? ¿No hay más que llegar y triunfar?

Y dejémoslo aquí si le parece. Y allí se dejó, con mucho placer del fiscal, que no tenía interés alguno en probar sobre su persona la fuerza de los puños de Leto embravecido. Fuese cada cual por su lado; y de esta aventura volvía, con la espina de su recuerdo atravesada en la garganta, el hijo de don Adrián Pérez, cuando se le ha visto aparecer en la plazuela por el lado de la botica.