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Sus ojos parecían reflejar lo existente con nuevas formas en el fondo de unas aureolas obscuras de cansancio... ¡Margarita! Se miraron largamente, como hipnotizados por la sorpresa. Ella mostró inquietud al ver que Desnoyers adelantaba un paso. No... no. Sus ojos, sus manos, todo su cuerpo, parecieron protestar, repelerle en su avance, fijarlo en su inmovilidad.

Desde esta cima escarpada veo las orillas del torrente, los pinos magestuosos que la distancia los hace semejantes a los humildes arbustos; y cuando un solo movimiento bastaria para hacer pedazos mi cuerpo sobre esta cama de rocas, y para fijarlo en un eterno descanso, ?por que razon estoy dudoso?

Medite bien el Congreso: es necesario un buen Gobierno en Filipinas, no por el bien de los filipinos, sino porque lo demandan el buen honor y prestigio del pueblo americano. Ahora ¿Cuál será este buen gobierno? No me atrevo á fijarlo, porque no represento el Gobierno revolucionario y he prometido no comunicarme con los jefes y prohombres filipinos.

Si un pintor tuviese la fortuna de sorprender aquel momento y el don de fijarlo en el lienzo, podría representar, como nadie hasta hoy, a Dánae recibiendo en su prisión la conocida lluvia de oro. Fueron unos amores tiernos y poéticos, cándidos y voluptuosos a la par los de la hermosa dama y el joven naturalista.

Con frecuencia me siento poseído de una alegría tan poderosa que entonces reúno todas las fuerzas de mis sentidos para gustar la posesión de este presente fugitivo y fijarlo por un momento. En ese estado quisiera morir.

Dejemos escoger la ocasión a don Enrique y a don Diego, que, llegado el caso, todos estamos dispuestos a fijarlo por nuestras manos en el sitio que convenga. Las sillas resonaron. Todos se levantaban para marcharse. Tan pronto como el Canónigo se halló de nuevo en el aposento de su discípulo, exclamó con profético vozarrón: Todo esto habrá de concluir sobre un cadalso.

Hoy es viernes, y mañana sábado hacemos la prueba. Compriar ti cosas, sin hablar... Claro, sin decir una palabra. ¿Qué se pierde por hacer la prueba? Y dime otra cosa: ¿ha de ser precisamente a media noche?». Contestó el ciego que , repitiendo las reglas y condiciones imprescindibles para la eficacia del conjuro, y Benina trató de fijarlo todo en su memoria.

Se levantaba con estrellas, y en cuanto se levantaba subía al mirador, escrutaba el cielo y el mar, y después de haber trazado en la cabeza un estado meteorológico provisional del día, bajaba a fijarlo definitivamente a la punta del Peón.