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De las gradas y barandillas, de las ventanas y desvanes, de todos los asientos, pero principalmente de los que llenaban el patio, hubo de salir entonces, entre ruidosas palmadas, un grito unánime de admiración, de entusiasmo y orgullo nacional justísimo. «¡Vítor, Lopeclamaba aquella alborazada multitud una vez y otra; «¡Viva el Fénix de los ingenios! ¡Viva Lope de VegaAnd in no less laudatory terms, Elías Zerolo says: "En ella,... agotó Lope todos los sentimientos resortes propios de su teatro... Esta comedia es una de las más perfectas de Lope, por lo que alcanzó en su tiempo un éxito ruidoso."

Mejor es ahorcarle decía uno, y servía el español al francés de truchimán. ¡Cómo ha de ser mejor! exclamaba el infeliz. Conforme respondía uno, veremos. ¿Qué hemos de ver clamaba otra voz, sino que es francés?

La conciencia le recordaba, entretanto, la absoluta reprobación de la Iglesia contra las artes ocultas y todo linaje de adivinaciones; pero su voluntad, mordida por la tentación y ansiosa de triunfar a todo trance en el mundo, clamaba por el prodigio.

E luego que los vido el toro comenzó a bramar et fuir et luego lo trobaron manso et digeron los adalides que aquí habían buenas señales por fer la población do aquel toro les clamaba; et daquel encuentro daquel toro tomaron señal. «Et por esto facen en la señal toro y estrella.....

La dueña Rodríguez clamaba llorosa: Yo no soy fantasma, ni visión, ni alma del purgatorio, sino doña Rodríguez, la dueña de honor de mi señora la duquesa, y vengo a inculparos de vuestra sátira contra todas las dueñas, encarnadas en vuestra falsa y mentirosa Dueña Dolorida!...

Todos acudimos a ella, la levantamos, la consolamos con palabras cariñosas; pero ella clamaba sin cesar: Mátenme de una vez. No quiero vivir. La señora doña María la perdonará a usted le dijimos. No, mi madre no me perdonará. Estoy condenada para siempre. Doña María, por largo tiempo llena de entereza y superioridad, comenzó a declinar y su grande ánimo se abatió ante espectáculo tan lamentable.

Contemplando tu faz agonizante, contemplando impotente que arrastraba mis venturas la Muerte en su fiereza, "¡En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu...!", clamaba trémula de estupor mi voz desesperante.

Riendo decía a su cara consorte: «No todos tenemos la suerte de conservarnos como , que estás tan hermosa y frescachona como cuando te conocí. Calla, Sardanápalo. La verdad por delante. Todavía, todavía... Vamos, que alguien daría un resbalón. Quita, quita clamaba la señora con expresión de asco . ¿Me tomas por esas...?». Don José había sido un galanteador de primera.

Tampoco se supo en qué tiempo inverosímil Salvador ensilló su caballo por mismo; y mientras Rita clamaba a todos los santos del cielo y el pastor se quedaba con un palmo de narices, él volaba hacia Rucanto, en velocísima carrera, que levantaba chispazos de lumbre bajo las herraduras del potro.

¡Justicia clamaba , justicia! ¡Justicia al pueblo... favor, madre mía del Amparo! ¡Virgen de la Guardia!, ¿pero cómo consientes esto? ¡La palabra, la palabra, la palaaaabra... los derechos que... matar a los oficiales, a los oficia!... Un principio de fiebre y delirio se traslucía en la incoherencia de sus palabras. Su cabeza se trastornaba y aguda jaqueca le atarazaba las sienes.