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Un gran siseo sumergía y apagaba aquel grito interrogante. Reinaba otra vez el silencio. Pero cuando parecía que todo iba a quedar sofocado se oía otra vez a Timoteo que desde el centro clamaba con voz agria: ¡Es que yo deseo saber por qué me pega a ese tío gordo! Al cabo estas preguntas peligrosas se fueron atenuando; se hicieron más raras y débiles.

28 Entonces clamaba Jesús en el Templo, enseñando y diciendo: Y a me conocéis, y sabéis de dónde soy; pero no he venido de mismo; mas el que me envió es verdadero, al cual vosotros no ignoráis. 29 Pero yo le conozco, porque de él soy, y él me envió. 30 Entonces procuraban prenderle; mas ninguno puso en él mano, porque aún no había venido su hora.

El toro y el caballo clamaba Ruiz hacen llorar de pena a esas gentes que no gritan en sus países al ver cómo cae en el hipódromo un animal de carreras reventado, con las patas rotas, y que consideran como complemento de la belleza de toda gran ciudad el establecimiento de un jardín zoológico.

22 Y he aquí una mujer cananea, que había salido de aquellos términos, clamaba, diciéndole: Señor, Hijo de David, ten misericordia de ; mi hija esta enferma, poseida del demonio. 23 Mas él no le respondió palabra. Entonces llegándose sus discípulos, le rogaron, diciendo: Despáchala, pues da voces tras nosotros.

¡Si le han soltado perros traicioneros! clamaba el apoderado desde su asiento, a pesar de que la corrida era de la ganadería del marqués . ¡Si eso no son toros!... Ya veremos en otra, cuando sean bichos nobles de verdad. Al salir de la plaza, Gallardo notó el silencio del gentío. Pasaban los grupos junto a él sin un saludo, sin una aclamación de aquellas con que le acogían en las tardes felices.

Hubo motín de mujeres: motín en regla, capitaneado por Rosa Mística en persona. Sus gritos y sus lamentaciones habrían aturdido a los sordos. ¿Qué quiere decir Urdax? gritaba la una. ¿Qué tenemos nosotros que ver con Urdax? clamaba la otra. ¿Quién ha de querer enterrarse en Urdax? chillaba una vieja.

Así es la verdad, replicó el Rey, pero yo he llegado a averiguar, por revelación de algunos caballeros babilonios descontentos de Nanar, que éste, furioso de lo que Parsondes clamaba contra él, envió siete años ha emisarios por todas partes para que ocultamente le prendiesen y llevasen a su alcázar; y allí debe de estar Parsondes, o muerto, o padeciendo tormentos horribles.

Ricardo sintió profunda pena de que se quedasen allí, como si le ligase a aquella familia algún vínculo de amor, y tuvo deseos de decir a la mamá: «Señora, acabo de perder a mi madre; estoy solo en el mundo y no tengo a nadie a quien amar ni que me ame; ¿quiere usted llevarme a su casa como hijoLa puerta del carruaje se cerró de golpe, sonó la campanilla, se oyó el grito ronco de la máquina y el tren prosiguió la marcha con su traqueteo metálico que clamaba sin cesar en el silencio de la noche: ¡solo!, ¡solo!, ¡solo!

Y fueron hechos relámpagos y voces y truenos y terremotos y grande granizo. 1 Y una gran señal apareció en el cielo: una mujer vestida del sol, y la luna debajo de sus pies, y sobre su cabeza una corona de doce estrellas. 2 Y estando encinta, clamaba con dolores de parto, y sufría tormento por dar a luz.

Lo último que debí perder eran los tímpanos... Porque todavía alcancé a escuchar la furibunda voz con que clamaba Nanela: ¡Tucker, el demonio de Tucker tiene la culpa! Por no fijarse en las coqueterías y devaneos de su mujer, el pobre Marcos Ruiz tenía fama de zonzo. Pero más zonza era ella, Currita, pues que, siendo en realidad una buena muchacha, hacía lo posible para no parecerlo.