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Fue Abogado de los Reales Consejos, beneficiado de la parroquia de San Andrés, Arcediano de la Iglesia de Santa María del Mar en Barcelona, Canónigo Doctoral de la metropolitana de Valencia, Censor de la Real Sociedad de Amigos del País, y Caballero gran Cruz de la Real y distinguida orden de Cárlos III: el Rey Don Cárlos IV le nombró Obispo de Teruel y tomó posesión en 10 de Julio de 1795, distinguiéndose desde luego por su celo en colocar a todo su Obispado al nivel de los mas notables de España, y la obra grande de su piedad que hará eterna su memoria en Teruel y su provincia fue, la fundación de la Casa-Hospicio de Misericordia; en ella agotó toda la actividad y desvelos de su celo, trazó los planos un sabio arquitecto de la Academia de Zaragoza, conforme al magnífico diseño de la Casa de la capital y procurando competir con esta en la magnificencia: el Monarca, el Obispo, el Clero, el Ayuntamiento y el Pueblo, todos contribuyeron a dar cima a la obra, cuya primera piedra colocó y bendijo el Señor Rico, el cual después no pasaba día por malo que fuese que no hiciera su visita al sitio donde tan benéfica casa se edificaba.

Mientras continuó el corso, y en Concordia se prolonga hasta horas increíbles, Nébel tendió incesantemente su brazo hacia adelante, tan bien, que el puño de su camisa, desprendido, bailaba sobre la mano. Al día siguiente se reprodujo la escena; y como esta vez el corso se reanudaba de noche con batalla de flores, Nébel agotó en un cuarto de hora cuatro inmensas canastas.

9 al olor del agua reverdecerá, y hará copa como nueva planta. 11 Las aguas del mar se fueron, y se agotó el río, se secó. 12 Así el hombre yace, y no se tornará a levantar; hasta que no haya cielo no despertarán, ni recordarán de su sueño. 13 ¡Oh quién me diera que me escondieses en la sepultura, que me encubrieras hasta apaciguarse tu ira, que me pusieses plazo, y de te acordaras!

La insistencia pertinaz que mostró Pedro Lobo en volver a verla, exacerbó este odio, agotó su paciencia y le hizo perder los estribos.

Y escribían a Zakunine: «¿Mientras «nosotros estamos aquí dispuestos a rendir la vida, mientras no esperamos más que una palabra, nos abandonas? ¿Acaso se te agotó el valor en Cronstadt? ¡Y eso que allí no arriesgaste gran cosa! ¡Estabas lejos, bien seguro, mientras que aquí otros morían!...»

Esta zona de la mina se llama la Terrible repuso el ciego indiferente al estupor de su compañero de camino . Ha estado en explotación hasta que hace dos años se agotó el mineral de calamina. Hoy los trabajos se hacen en otras zonas que hay más arriba.

Manuel Antonio agotó el repertorio de sus argumentos sutiles y femeninos, apoyados por sendos abrazos, palmaditas o pellizcos. Estuvo elocuente y sobón hasta lo infinito. Paco le dejaba decir y hacer echándole de través miradas socarronas, convencido de que Granate acogía siempre con desconfianza sus palabras. Pero a última hora intervino para dar el golpe definitivo.

Pero ella soportaba impacientemente los ruidos de la calle, el grito agudo de los cocheros, el paso sonoro de las patrullas suizas y el canto de los pescadores. Maldijo la ciudad ruidosa y agitada donde ni siquiera era permitido sufrir en paz. La ofrecieron hallar en las inmediaciones un retiro más tranquilo; quiso buscar por misma e hizo un gasto de actividad que la agotó en pocos días.

De las gradas y barandillas, de las ventanas y desvanes, de todos los asientos, pero principalmente de los que llenaban el patio, hubo de salir entonces, entre ruidosas palmadas, un grito unánime de admiración, de entusiasmo y orgullo nacional justísimo. «¡Vítor, Lopeclamaba aquella alborazada multitud una vez y otra; «¡Viva el Fénix de los ingenios! ¡Viva Lope de VegaAnd in no less laudatory terms, Elías Zerolo says: "En ella,... agotó Lope todos los sentimientos resortes propios de su teatro... Esta comedia es una de las más perfectas de Lope, por lo que alcanzó en su tiempo un éxito ruidoso."

Agotó el buen amigo toda su lógica para arrancarle aquella idea, sin adelantar nada. «Y por fin dijo tomando el tono festivo y maleante que empleara con Maxi en otra ocasión , ¿para qué hacemos caso de lo que diga ese desventurado?... ¡Ay qué románticas y qué súpitas... semos! Mi amigo Rubín, con esas apariencias que ahora tiene de hombre de seso, está más tocati que nunca.