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Había ido allí a muy otra cosa, pero los suspiros de su inglesa-italiana y el olor a medicinas antiespasmódicas, más el declinar del día, le habían cambiado de repente el ánimo, inclinándole a la melancolía poética y reflexiva, a la abnegación espiritual y piadosa.

Cuando el sol se hizo más vivo prolongándose más el día y los botones de oro esmaltaban la pradera, se podía ver a Silas sea a mediodía, sea al declinar la tarde, en el momento en que las sombras de los cercos se alargaban , se podía ver a Silas que salía de su casa con la cabeza descubierta, llevando a pasear a Eppie más allá de las canteras, a los sitios en que crecían aquellas flores.

Cuando el sol comenzó a declinar, no contento con espiar por las rejas de mi ventana, salime al portal, y desde allí, enfilando la calle, me sacaba los ojos por si atisbaba a la cigarrera. Nada. Aquella tarde hube de retirarme triste y cabizbajo. Al otro día lo mismo; al otro igual. Ya iba perdiendo la esperanza.

De todas maneras, es lo cierto que desde entonces la vida del poeta pareció declinar hacia su ocaso. El 6 de agosto, después de comer con Montalván y con uno de sus íntimos amigos, expresó Lope su deseo de morir pronto. En breve, á la verdad, había de realizarse. El viernes, 18 de este mismo mes, se levantó temprano como acostumbraba, celebró la misa y regó su jardín.

Una familia india compuesta del matrimonio y un chico, puede muy bien extraer al día una arroba de filamento: cantidad que al declinar la tarde y dejar en reposo la cuchilla del tosco aparato que limpia la hebra se parte entre el trabajador y el dueño de la plantación á quien generalmente vende con arreglo á la cotización del día, pues es de advertir que el precio del abacá es objeto de fluctuaciones que diariamente comunica el telégrafo, imponiendo precios los mercados de Inglaterra; dando esto lugar á que con los acopios de abacá se concierten verdaderas jugadas, en las que el dueño del almacén hace adelantos al dueño del textil, y según que los telegramas señalan bajas ó alzas, así se cobran ó se abonan márgenes, nombre que equivale á lo que aquí se llaman diferencias.

Finalmente, volvieron los dos a su comenzado camino, y al declinar de la tarde vieron que hacia ellos venían hasta diez hombres de a caballo y cuatro o cinco de a pie. Sobresaltóse el corazón de don Quijote y azoróse el de Sancho, porque la gente que se les llegaba traía lanzas y adargas y venía muy a punto de guerra.

Había las mayores razones, además, para entrar en la casa cuanto antes, pues la nieve comenzaba a caer, amenazando con un viaje desagradable a los invitados que estaban aún en camino. Estos constituían una pequeña minoría, porque ya la tarde comenzaba a declinar y no tardarían en llegar las damas que venían de mayores distancias.

Un frio rígido y penetrante sucede á semejantes borrascas, que hacen declinar súbitamente la temperatura como de veinte grados, manteniéndola en el mismo punto uno ó dos dias, pasados los cuales renace la calma.

Ofendióse la altivez de Jacobo con los aires protectores del héroe del combate navo-terrestre de Cabo Negro, y quiso declinar fríamente la honra del convite; mas Villamelón le atajó la palabra, diciendo: ¡Nada, nada, nada! ¿Me entiendes?... No admito excusas, Benito; y Curra se ofendería de muerte. ¿Sabes?... Tiene debilidad por la familia, y lo que es por ti, delira.

Nuestras miradas se dirigian codiciosamente hácia adelante, buscando á Paris, como el peregrino que llega á Sion al declinar la tarde, busca con los ojos desencajados los torreones de Jerusalen. ¡Cómo nos latia el corazon! ¡Paris! ¡Ya vamos á llegar á Paris! Esta parte poética de los viajeros, es sin disputa una de las emociones más bellas de la vida.