United States or Ghana ? Vote for the TOP Country of the Week !


Lo hago a usted Rey, y... Bueno, pues lo enterraremos. Vaya usted a traerlo mientras yo procuro los caballos. No será muy profunda la fosa, pero dudo que al muerto le importe gran cosa. ¡Pobre José! Era todo un hombre. Salió y yo bajé al sótano.

El habilitado del clero siguió pasando revista a los inquilinos del año cuarenta; de aquella enumeración melancólica de muertos y ausentes salía un tufillo de ruina y de cementerio; oyéndole parecía que se mascaba el polvo de un derribo y que se revolvían los huesos de la fosa común, todo a un tiempo.

Nuestro don Gil reflexionó que el finado le había pedido muchas gollerías; que podía entrar en la fosa común sin asperges, responsos ni sufragios; y que, en cuanto a ropaje, bien aviado iba con el raído pantalón y la mugrienta camisa con que lo había sorprendido la flaca.

El doctor le contestó con una sonrisa que daba frío. Su tumba era la fosa común, adonde iban todos los muertos pobres. La infeliz muchacha no tenía parientes ni quien pagase los gastos de su entierro. Isidro no se había presentado para arreglar las cosas, y era seguro que su cuerpo, antes de ir al cementerio, habría pasado por la sala de disección. ¡Sufrían tal escasez de cadáveres!...

¿Quién podría describir las torturas de un alma en tales circunstancias? El canto de los sacerdotes; el espectáculo de la fosa recién abierta; el rumor de la tierra que cae sobre el ataúd, producen emociones que llenan de horror el ánimo más esforzado. El señor de Avrigny asistió al sepelio, arrodillado y con la frente inclinada.

Concluídas las fiestas se abre una fosa al pié de la misma casa, y el pariente más inmediato del difunto coge el onlong ó sea un manojo encendido de hojas secas, y con él sahuma el hoyo á la par que pronuncia estas palabras sacramentales.

A la caída de la tarde he ido a la iglesia que está lindante con nuestro jardín, y he dado gracias a Dios. Para ir al templo, hay que atravesar el cementerio. He visto en él una fosa abierta, que me ha hecho pensar mucho en lo efímero de nuestra existencia. Mientras yo estaba contemplando la fosa se ha verificado el entierro. He presenciado una escena por demás conmovedora.

La gente pobre que no se acordaba de la casa de Dios, encontraba en su miseria el dinero necesario para que el pariente marchase á la fosa escoltado por la burra de don Facundo y mecido en su ataúd por el vozarrón del cura. Había días en que acompañaba cinco entierros en los lugares más lejanos de la parroquia; asunto de leguas.

Mas no calma el infinito anhelo de la idea rebelde o redentora; si se apagan los astros en el cielo, la luz presiente de la nueva aurora. Por eso, el alma mía, para llenar ese vacío horrible, a otras regiones ascender ansía... mas ¡ay! ¿será posible? ¿Porqué, cuando la noche perezosa envuelve la ciudad en el misterio, así me atrae la olvidada fosa, perdida en un rincón del cementerio?

No se trata ya solamente de las penas eternales que en tu obstinación endiablada acercas más a ti cada minuto; en este mundo, aquí mismo, mañana, quizás hoy, antes de ir a pudrirte a la fosa común, te llevarán al anfiteatro. Te tenderán sobre una mesa de piedra, y partirán tu cuerpo en pedazos.