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La esposa de Pepe de Chiclana no predicaba sólo con la boca, como tantos moralistas, sino también con el ejemplo. Á pesar de haberse criado en una taberna, con la libertad y los peligros que para las jóvenes ofrecen, jamás tuvieron las malas lenguas sitio por donde atacarla.

Qué singular es, y qué digno de observacion, el oir á nuestros paisanos mas incultos, espresar en dos versos claros y sencillos, máximas y pensamientos morales que las naciones mas antiguas, la India y la Persia, conservaban como el tesoro inestimable de su sabiduria proverbial; que los griegos escuchaban con veneracion de boca de sus sabios mas profundos, de Sócrates, fundador de la moral, de Platon y de Aristóteles; que entre los latinos difundió gloriosamente el afamado Seneca; que los hombres del Norte les dieron lugar preferente en su robusta y enérgica literatura; que la civilizacion moderna repite por medio de sus moralistas mas esclarecidos, y que se hallan consagrados fundamentalmente en los códigos religiosos de todos los grandes reformadores de la humanidad.

Spencer agregaba que era necesario predicar a los norteamericanos el Evangelio del descanso o el recreo; e identificando nosotros la más noble significación de estas palabras con las del ocio, tal cual lo dignificaban los antiguos moralistas, clasificaremos dentro del Evangelio en que debe iniciarse a aquellos trabajadores sin reposo, toda preocupación ideal, todo desinteresado empleo de las horas, todo objeto de meditación levantado sobre la finalidad inmediata de la utilidad.

El amor profano de la mujer, no sólo ha venido a mi fantasía con cuantos halagos tiene en , sino con aquellos hechizos soberanos y casi irresistibles de la más peligrosa de las tentaciones: de la que llaman los moralistas tentación virgínea, cuando la mente, aún no desengañada por la experiencia y el pecado, se finge en el abrazo amoroso un subidísimo deleite, inmensamente superior, sin duda, a toda realidad y a toda verdad.

Pues yo perfectamente lo que siento y lo que no siento. ¡Oh! no, señorita; permítame usted que le diga que no lo puede saber. ¡Hombre, tiene gracia! ¿No he de saber yo lo que siento?... Pues entonces lo sabrá usted... Quizá lo sepa mejor. La observación de mismo, según todos los filósofos y moralistas, es más difícil que la de los demás, y son pocos los que logran conocerse bien.

Creemos que Ingenieros ha contestado esa inculpación de una manera definitiva: "Nada hay en efecto dice más falso que la pretendida identidad de la superstición con el idealismo, no hay nada más torpe que sugerir al vulgo que todos los moralistas laicos son "materialistas" y carecen de ideales", y luego agrega: "Nada hay moralmente más materialista que las prácticas externas de todos los cultos conocidos y el aforo escrupuloso con que establecen sus tarifas para interceder ante la divinidad; nada más idealista que practicar la virtud y predicar la verdad como hicieron los más de los filósofos que murieron en la hoguera acusados de herejía.

A los moralistas, a los economistas y a los legisladores toca buscar y encontrar los remedios. Toda la ambición del «Diario» que sigue es notar los signos y marcar las manifestaciones de ese mal. Aiglemont, 26 septiembre 1903 Abuela, abuela grité aquella mañana al salir de la cama, felicítame, porque hoy cumplo veinticinco años...

La noche que siguió a mi hazaña ecuestre, Pepita me recibió entusiasmada, e hizo lo que nunca había querido ni se había atrevido a hacer conmigo: me alargó la mano. No crea Vd. que no recordé lo que recomiendan tantos y tantos moralistas y ascetas; pero, allá en mi mente, pensé que exageraban el peligro.

De aquí, de esta espantosa disyuntiva entre ser despreciado o amenazado de muerte, nació aquella sentencia de los moralistas, que hoy en los países cultos nos parece tan necia y tan absurda, de que lo que había que desear era una medianía de fortuna, a fin de vivir feliz y tranquilo, ni envidioso ni envidiado.

Gustábale, , cuando alguna fiesta o funeral le reunía con sus compañeros, mostrar erudición y excederles en ingenio y sutileza para defender cualquier proposición; pero los curas de las parroquias inmediatas todos eran moralistas, esto es, ninguno había estudiado la carrera lata de teología más que él. Pocas gracias que los arrollase en las disputas de sobremesa.