Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 10 de julio de 2025


Que hablen contra el juego los moralistas hasta cansarse... Lo cierto es que las sumas que se arriesgan en las carreras de caballos y en los casinos aumentan de año en año con una progresión rápida, más rápida que la progresión de la fortuna pública. El desarrollo de las buenas costumbres no ejerce ninguna influencia en su disminución.

La condición murmuradora debe tener raíces muy hondas en el espíritu humano cuando ha resistido la crítica de los filósofos y moralistas de todos los siglos y sigue resistiendo con toda lozanía la condenación general. La murmuración es, ante todo, una cosa agradable. No hagan aspavientos ni remilgos mis lectoras.

La continencia le fue fácil, casi insensible, por lo mismo que la guardó incólume, pues sienten los moralistas que es más hacedero no pecar una vez que pecar una sola.

Cada cual se gasta el dinero como quiere, se dirá por algunos moralistas á la violeta. Yo contesto que cuando cualquiera gasta su dinero de una manera loca, tiene que avenirse á sufrir la nota de locura, como cuando lo gasta en vestirse de un modo ridículo, tiene que sufrir que se burlen de su ridiculez.

Y entonces se enfrascó el simpático mediquillo de Tablanca en otra teoría, que no me vendió por nueva en el fondo. Según él, los tiempos de hoy no eran peores que otros tiempos de los cuales han dicho siempre los respectivos moralistas, que fueron los tiempos más malos de todos los habidos hasta ellos: antes al contrario, le parecían los actuales, en lo bueno, hasta mejores que los pasados.

Confieso que pensaré siempre en este particular como Rousseau, y los más rígidos moralistas y legisladores, y obraré como el primer calavera de Madrid. ¡Triste lote del hombre el de la inconsecuencia!

En mi sentir, tan perverso y tan insufrible es Baudelaire componiendo su letanía diabólica y otras lindezas de las Flores del Mal, como no pocos poetas, que andan por ahí presumiendo de religiosos y de moralistas, y que escriben, sin pizca de verdadero sentimiento, odas á Dios, á la virtud y á la vida monástica, ó narraciones y dramas de severa moralidad aparente, cuyos personajes no pueden menos de ser contrahechos, monstruosos, cursis, y como en la vida real no se estilan ni se estilaron nunca.

Es cierto que, desde hace poco, nos ha entrado un furor de moralidad, un púdico rubor, que todo lo condena y de todo se solevanta. Críticos y moralistas han levantado una cruzada contra los bufos. Pero los bufos seguirán triunfantes, a pesar de todas las disertaciones morales que contra ellos se fulminen. Les sucederá lo mismo que a los toros.

Los moralistas hablaban también en favor del matrimonio, demostrando, como Montesquieu, que «cuanto más se disminuye el número de los matrimonios que pudieran hacerse, más se corrompe a los que están ya hechos: cuantas menos personas casadas hay, menos fidelidad existe en los matrimonios, como cuando hay más ladrones existen más robos

Pudiéramos hacer coro a los moralistas que dan a los acontecimientos más fortuitos el poder de trastornar la suerte de los imperios; pero si es fortuito el acertar un tiro de bolas sobre un general enemigo, no lo es que venga de la parte de los que atacan las ciudades, del gaucho de la Pampa, convertido en elemento político. Así, puede decirse que la civilización fué boleada aquella vez.

Palabra del Dia

ros

Otros Mirando