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Actualizado: 31 de mayo de 2025
Así, pues, por afuera sólo expone remos auxiliares, cortas nadaderas que poco arriesgan, las cuales, consistentes, punzantes y viscosas, hieren, eluden, se escapan. ¡Cuán superior es esto al pulpo ó á la medusa, que ofrecen á todo el mundo blandos tentáculos de carne, apetitoso bocado para el hambre devoradora de los crustáceos y de los marsuinos!
Aun hoy, los descendientes de aquellos desgraciados, sitiados de generación en generación, no se atreven á construir sus habitaciones en medio del campo. Libres eran los altos valles de la montaña, libres los montañeses, pero fuera de los pasos estrechos donde nunca se arriesgan impunemente los agresores. Un promontorio casi aislado sostenía el castillo del barón.
Que hablen contra el juego los moralistas hasta cansarse... Lo cierto es que las sumas que se arriesgan en las carreras de caballos y en los casinos aumentan de año en año con una progresión rápida, más rápida que la progresión de la fortuna pública. El desarrollo de las buenas costumbres no ejerce ninguna influencia en su disminución.
Pero aquí, si se acuerda uno de los tiempos de paz, siempre fué superior la proporción femenina. Los hombres, menos numerosos, juegan más fuerte, arriesgan con mayor audacia su dinero; pero en torno de las mesas, tres cuartas partes del público están compuestas de mujeres. La mujer, cuando teme al amor ó está desengañada de él, se entrega al juego con una vehemencia pasional.
Castro pareció acordarse repentinamente de algo que le hizo sonreir. ¡Y qué incoherencias en la vida de los jugadores! Arriesgan el dinero sin miedo y no hay gente más avara. Fíjate en las mujeres que juegan con mayor pasión. Todas mal vestidas; algunas llegan hasta el descuido en su persona. El dinero lo necesitan para jugar, y dejan para el día siguiente la compra de lo necesario.
Para eso habría sido menester multiplicar hasta lo infinito visitas que ya se repetían con demasiada frecuencia. Entonces fue cuando imaginó medios para verme fuera de su casa. Puso en esto aquel espantable atrevimiento que sólo es permitido a las mujeres que arriesgan el honor y a las que obran con indiscutible inocencia. Bravamente me dio citas.
Cristeta se sintió más enamorada que nunca, y don Juan más esperanzado con la victoria, a semejanza de los grandes capitanes que no arriesgan ni proponen batalla hasta después de haber irritado al enemigo en largos días de desear la lucha, porque de esta suerte queden la sangre fría y la calma triunfantes del entusiasmo y del coraje. <tb>
Palabra del Dia
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