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En las jóvenes la pintura es, en el fondo, una coquetería, y queda muy mal el coqueteo a cierta altura de la vida. El rasgo esencial de la vejez es un tranquilo desengaño, y causa risa ver una mujer engañándose a misma de que aun no está desengañada. El afeite en las viejas viene a ser algo así como una chochera pictórica.

En suma, era tan temeroso y destructor el desencanto que Miguel de Zuheros imaginaba haber producido, que hasta los santos y los ángeles se iban volando y abandonaban nuestra tierra desengañada. Pero las cristalinas esferas se habían desbaratado y roto, no giraban ya en arrebatada consonancia y nadie podía oír su musical armonía en los arrobamientos del éxtasis.

Camila le respondió que le había parecido que Lotario la miraba un poco más desenvueltamente que cuando él estaba en casa; pero que ya estaba desengañada y creía que había sido imaginación suya, porque ya Lotario huía de vella y de estar con ella a solas.

Pasado el mencionado plazo, Poldy consideraba inevitable su salida del castillo, así como tomar decidida resolución para vivir a su gusto y con independencia y decoro. Tal era la desengañada posición de Poldy. Sólo negras nubes, que presagiaban tempestad, columbraba, al mirar en todas direcciones, en el horizonte de la vida.

En esto estábamos, él dándome y yo casi determinado de darle a él dineros, que es la sangre con que se labran semejantes diamantes, cuando incitados y forzados de los ruegos de mi querida, que me había visto caer y apalear, desengañada de que no era encanto sino desdicha, entraron el portugués y el catalán, y en viendo el escribano que me hablaban, desenvainando la pluma, los quiso espetar por cómplices en el proceso.

A la derecha, abríase el valle de Azpeitia, cruzado por el Urola, alegre también y risueño, ligando al pueblo con el Santuario como con un lazo de flores, pareciendo su alegría, sobre el tinte melancólico de todo el paisaje, un ramo de rosas sobre la tumba de un justo, una dulce sonrisa sobre el austero rostro de un trapense; el alto Izarraiz, verde en la falda como la vida en su primavera, áspero y ceniciento en la cumbre como la vejez ya desengañada, cerraba bruscamente el fondo, y en medio de todo aquello, elevada sobre la tierra, inalterable entre lo alegre y lo triste, indiferente entre lo pobre y lo rico, elevábase la estatua de san Ignacio, la imagen de la santidad, serena siempre, igual, tranquila, orando y bendiciendo.

Así Lully acaba por quedarse sin ideal alguno, sino muy tristemente desengañada. De todo lo cual bien pudiera deducirse la más cristiana y ascética de las moralejas: que no debemos poner en esta vida, sino en otra mejor, el blanco de nuestras aspiraciones y deseos.

El Rey tiene cincuenta años, y aún quizás pase de ellos: la faz esta marchita, la carne fofa, los ojos han perdido viveza: la fisonomía que vimos en el gran retrato ecuestre parece antes que avejentada, fatigada, entristecida, como si en ella se marcara no sólo el curso del tiempo, sino el amargo sedimento que en el alma debieron de dejarle tantas tierras perdidas y tantas glorias eclipsadas: ya esta en la edad triste y desengañada en que oyéndose llamar el grande había de saber que era mentira.

En tan desengañada situación y urgiéndome pagar la deuda de la lindísima fantasía que tuvo V. la bondad de dedicarme, me decido a dedicar a V. esta colección de CUENTOS Y DIÁLOGOS, que, si bien publicados antes aisladamente, salen hoy por vez primera reunidos en un tomo.

Hasta ahora habia creido que no habia en la tierra mansion mas hermosa que la granja de Tunder-ten-tronck, pero ya estoy desengañada de mi error. El inquisidor general me vió un dia en misa, no me quitó los ojos de encima, y me mandó á decir que me tenia que hablar de un asunto secreto. Lleváronme á su palacio, y yo le dixe quien eran mis padres.