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Si los ingenieros del Estado conseguían cruzar con un dique el río Negro, los canales que estaban abriendo un español llamado Robledo y otro socio suyo fecundarían las tierras compradas por ellos junto á su estancia, y él podría aprovechar igualmente dicha irrigación, lo que aumentaría el valor de sus campos en proporciones inauditas.

Planteó la cuestión, discutieron, y venció... a medias, que es como siempre vence el hombre a la mujer. Manuel tenía necesidad ineludible de ir a Nueva York y permanecer allí dos o tres meses para arreglar asuntos que, al morir, dejó pendientes su padre, y que importaban muchos miles de duros; deseando además estudiar los últimos adelantos realizados por ciertos ingenieros yankees.

Porque no sólo van al café los perdidos y maldicientes; también van personas ilustradas y de buena conducta. Hay tertulias de militares, de ingenieros; las de empleados y estudiantes son las que más abundan, y los provincianos forasteros llenan los huecos que aquellos dejan. En un café se oyen las cosas más necias y también las más sublimes.

Fernández Duro y Monleón, que fueron por todos los demás señores aprobadas. Interrogatorio formulado por el Excmo. Sr. D. Casimiro Bona, Inspector general de Ingenieros de la Armada antes de proceder á los cálculos de la nao «Santa MaríaDimensiones principales; eslora, manga, puntal, calados y desplazamiento ó arqueo de la nave. Formas de las extremidades y parte central.

Un albañil árabe ideaba y construía un corredor de la Alhambra o del Generalife, con sus pilares invisibles, sus arcos calados; todos los ingenieros de Francia se reúnen en concurso, y el triunfador, el representante del arte moderno, construye el teatro de la Opera, esto es, ¡un aerolito pesado, informe, dorado en todas las costuras!

Siempre, en momentos iguales, buscaba Torrebianca los recuerdos de su primera juventud, como si esto pudiera servirle de remedio. La mejor época de su vida había sido á los veinte años, cuando era estudiante en la Escuela de Ingenieros de Lieja. Deseoso de renovar con el propio trabajo el decaído esplendor de su familia, había querido estudiar una carrera «moderna» para lanzarse por el mundo y ganar dinero, como lo habían hecho sus remotos antepasados. Los Torrebianca, antes de que los reyes los ennobleciesen dándoles el título de marqués, habían sido mercaderes de Florencia, lo mismo que los Médicis, yendo á las factorías de Oriente á conquistar su fortuna.

Allí hubiera querido ver á los señores académicos é ingenieros que miden con tanta precisión los combates del Océano. Nadie debe, sentado en su bufete, poner en cuarentena con tal ligereza la veracidad de tanto hombre intrépido, encallecido por el trabajo y resignado, que ve con demasiada frecuencia la muerte á su lado para tener la pueril vanidad de exagerar sus peligros.

Comerciantes en viaje para Guayaquil y Costa Rica, commis-voyageurs, y sobre todo, empleados para los trabajos del Canal de Panamá: he ahí el mundo de a bordo. Tres o cuatro francesas, unidas morganáticamente a subinspectores e ingenieros de séptima clase, que iban al Istmo a tentar bravamente la fortuna, porque sabían que probablemente sólo encontrarían la muerte.

Dos maquinistas que con la afición germánica a los títulos y jerarquías se titulaban ingenieros terceros cuidaban, cada uno por separado, de los dos grandes motores que hacían marchar al buque. Otro ingeniero tercero vigilaba las máquinas auxiliares productoras de la luz y el frío.

A pocos metros de distancia del puerto esté, sobre la márgen izquierda del Magdalena, la boca del canal, abierta mas bien por el empuje natural de las aguas que por el esfuerzo de los ingenieros; pero al dejar el gran rio, donde el caudal opulento de las ondas lo hace todo, lo primero que se ve en el Dique es el casco despedazado del vapor Calamar, el único que habia navegado allí, y los escombros de una compuerta derrumbada á causa de la debilidad del cimiento deleznable.