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D. Nicolas Peña, se dijo: Que se conforma con el voto del Sr. Dr. D. Feliciano Antonio Chiclana. Por el Sr. D. Juan José de Rocha, se dijo: Que se conforma con el voto del Sr. Dr. D. Feliciano Antonio Chiclana. Por el Sr. D. Juan Antonio Pereira, se dijo: Que se conforma igualmente con el voto del Dr. D. Feliciano Antonio Chiclana. Por el Sr.

Pepe de Chiclana, marido de Paca la de la Parra, era un hombre de seis pies de alto, gordo en proporción, de cuarenta años de edad, cara redonda, ojos pequeños carnosos, pesado y tardo en sus movimientos como en sus palabras. Formaba vivo contraste con su exquisita esposa, toda delicadeza y elocuencia, tan distinguida, tan razonable, tan afluente.

Cabildo. Por el Sr. Brigadier D. Francisco Orduña, se dijo: Que por no estar perdida la España, y porque no se han convocado las demas provincias, es de parecer que siga el Exmo. Sr. Virey en el mando, y que por lo demas no podia dar por ahora su voto. Por el Sr. D. Ramon Balcarce, se dijo: Que se conformaba en todo con el voto del Dr. D. Feliciano Antonio Chiclana. Por el Sr.

Esto tenía inquieta á la esposa de Pepe de Chiclana, porque conocía las pésimas condiciones del sujeto. Deploraba lo que podía suceder, no sólo ya por Soledad, sino también por María-Manuela, á quien igualmente estimaba.

Escucháronse las notas dulces de la guitarra y poco después llegó á sus oídos una soleá entonada á media voz por un hombre. ¿Quién está ahí? preguntó Manolo. Los de siempre. ¿Y quiénes son los de siempre? Pues la reunión; ¿no los conoces? Pepe de Chiclana, María-Manuela, Paca la de la Parra, Antonio, Frasquito y su tío el señor Rafael. ¿Y en el otro cuarto? Marchantes que juegan al rentoy.

Cuando, por haberse bajado la graciosa morenita, se distrajo la atención de los concurrentes y se diseminaron otra vez, la esposa de Pepe de Chiclana llevó al majo á un rincón y tuvo á bien darle una satisfacción de las injurias que le había dicho el día anterior. Ayer estaba un poco sofocá, ¿sabes? Te habré dicho las mil perrerías: que eras esto y lo otro... No me acuerdo.

No hallarás en la vida una mujer que te quiera tanto. Ni tan guapa apuntó Frasquito. Ni tan hacendosa y limpia manifestó Pepe de Chiclana. ¿Limpia? exclamó Paca. Como los chorros del oro. Daba gusto ver á esa mujer revolverse por casa. Las cosas que ella tocaba con las manos relucían como si les diesen cera. Yo no creo que este rompimiento sea para siempre articuló gravemente el señor Rafael.

El sereno, sin dejar caer la sonrisa de los labios, le miró alejarse con marcha vacilante, abrir la puerta de su casa y desaparecer. Velázquez, al separarse de él, había apretado el paso. Cuando llegó á las inmediaciones de la casa de su amigo Pepe de Chiclana, se detuvo. Habitaba éste un caserón viejo, enorme, del cual formaban parte las cuadras donde tenía los caballos en que traficaba.

D. Francisco Xavier de Riglos, se dijo: Que se conformaba con el parecer del mismo Exmo. Sr. D. Pascual Ruiz Huidobro. Por el Sr. D. Roman Ramon Diaz, se dijo: Que sigue el Exmo. Sr. Virey, y que en el caso de que por mayoría de votos resulte haber caducado el supremo gobierno, siga asociado del Exmo. Cabildo. Por el Sr. D. Feliciano Antonio Chiclana, se dijo: Que reproduce el voto del Exmo. Sr.

Lo peor es que á Joseliyo se le orvió traernos unas aceitunitas ó unas ruedas de chorizo apuntó con calma Pepe de Chiclana. Los compadres rieron. ¡Ole por Pepe! ¡Lo mejor que se ha dicho en la tienda desde su fundación!