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Segunda, que esa juventud, toda liberal, y tendiendo hácia un solo fin el progreso está en gran desacuerdo, hasta el extraño capricho de que los demócratas y los libres-cambistas ó economistas parecen estar en antagonismo. Los talentos parecen divorciados unos de otros, dominados por un absolutismo de ideas ó de sistemas que tiene mucho de escolástico.

Dígolo a tanto de que pudiera ocurrir con algunos economistas lo que con ciertos filólogos que estudian un idioma, pongo por caso, el chino o el árabe, tan por principios, con tal recondidez gramatical y tan profundamente, que luego nadie los entiende, ni ellos se entienden entre , ni logran entender a los verdaderos chinos y árabes de nacimiento, contra los cuales declaman, asegurando que son ignorantes del dialecto literario o del habla mandarina, y que no saben su propio idioma, sino de un modo vernáculo, rutinario y del todo ininteligible para los eruditos: pero lo cierto es que por más que se lamenten, quizás con razón, no sirven para dragomanes.

Diganlo si aquellos economistas que se oponian á las restricciones de la libertad de comercio cuando eran únicamente por el tiempo en que duraban las guerras; i eso no con todas las naciones, sino con sola aquella en cuya ofensa se ejercitaban las armas españolas. Díganlo tambien los tratados de paces en que se concertaba que fuese libre el comercio entre los vasallos de uno i otro reino.

Sin embargo, íbamos casi solos..... Los españoles tenemos pocos asuntos fuera de casa, y los que tenemos no nos interesan hasta el extremo de hacernos emprender largos viajes. Nuestra filosofía moruna, ascética, ó como queráis llamarla, da de esta magnánima indiferencia, tan deplorada por economistas y políticos, y tan aplaudida por otra clase de pensadores que miran las cosas desde más alto.

Pero dejando a un lado esta cuestión, conste que, si bien aquí usamos de la palabra dinero en la acepción de capital o de riqueza, hacemos perfectamente la distinción de estas cosas, como la han hecho todos los hombres de todos los siglos, sin necesidad de que los economistas los adoctrinen.

Se le tenía como una especie de oráculo: la comarca entera consultábale todo los asuntos, hasta los más íntimos. Había estado en relación con todos los hombres eminentes de la Asamblea Constituyente, de la ciencia y de la literatura: M. de Buffon, Mirabeau, los economistas y los filósofos.

Remito al lector a los socialistas, hijos legítimos de los economistas y sus más crueles y acérrimos adversarios. Aun que la Economía Política no tuviese más pecado que el haber criado a sus pechos al socialismo, no podría ser absuelta del todo.

Los españoles ni eran mercaderes ni fabricantes: i asi de nada aprovechaban las inmensas sumas de plata i oro que traian de América para el reparo de España; porque no servian de otra cosa que para aumentar la ríqueza de los reinos estraños. Mucho se ha hablado contra los economistas españoles de los siglos XVI i XVII porque pedian que cesase la libertad de comercio.

Pero este es un problema de sociólogos y economistas que no me corresponde ni puedo yo tratar. Quizá alguna vez cuente lo que mi marido, hombre de mucho seso, que lleva además un apellido de largo abolengo, piensa sobre este punto.

Hay en el Estado cerca de 800 escuelas primarias, 10 colegios comunales y 22 escuelas secundarias, unas clásicas y otras politécnicas. Allí se mira con particular atencion la ciencia económica, y no ha muchos meses que Losana reunió un congreso y un concurso de economistas europeos para combinar el mejor sistema de impuestos.