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Actualizado: 17 de julio de 2025


Entre tanto, Bastiat, que está razonable en este punto, entiende luego el cambio, no como es, sino como debiera ser; y sobre este cambio modelo, ideal y fantástico, levanta todo un edificio científico que trae enamorados a nuestros jóvenes economistas. En el cambio, no cabe duda que debe darse siempre lo superfluo por lo necesario, y ganar, por lo tanto, todos los cambiantes.

Dedúcese de aquí, por sentencia y autoridad de Malthus, que no debemos seguir las máximas ni hacer caso alguno de cuantos economistas le precedieron en los siglos XVI, XVII y XVIII, y en el primer tercio del presente. Todos estos economistas no sabían lo que decían, según Malthus; y cuenta que entre ellos están Smith, Say, Storch, Ricardo, Gioja, Mac-Culloch y otras eminencias.

Todavía han empleado más fárrago los economistas en demostrar otra verdad, de la cual es más inverosímil que nadie haya dudado nunca, y en cuya demostración parece absurdo, a los que no están iniciados en los misterios de la Economía Política, que nadie se afane con formalidad.

Después de largos estudios han deducido, pues, los economistas que el dinero es indispensable al hombre desde el momento que el hombre vive en sociedad; aguda sentencia, cuya verdad resplandece más que la luz del mediodía. Empezaré por combatir algunos errores. El primero y más capital consiste en creer que, en nuestros días, es el dinero más estimado que en otras épocas. Nada más falso.

Pero aunque los fundamentos en que sustentaban su opinion estos economistas sonarian bien en los oidos de personas que estaban reducidas á pobreza, i deseosas por tanto de conseguir la mudanza de su estado i de conocer los medios suficientes para ello, no fueron tenidos entonces por ajustados á la razon, ni por obras de la verdad, sino nacidos de un amor á la patria encaminado por la torcida senda de los errores.

De estas verdades, las que se refieren al dinero, al capital o a la riqueza, son las que han ofrecido más estímulo a estas tergiversaciones y engaños; pero aunque no pueda negarse que los economistas, que ponen, por decirlo así, definitivamente en claro estas verdades, hacen un gran servicio al público, no puede negarse tampoco que la mayor parte de estas verdades son de las que se llaman de Pero-Grullo.

A los moralistas, a los economistas y a los legisladores toca buscar y encontrar los remedios. Toda la ambición del «Diario» que sigue es notar los signos y marcar las manifestaciones de ese mal. Aiglemont, 26 septiembre 1903 Abuela, abuela grité aquella mañana al salir de la cama, felicítame, porque hoy cumplo veinticinco años...

No han adelantado más posteriormente otros sabios en dar estas definiciones. Stuard Mill desiste de definir lo que es riqueza, y dice que basta que en la práctica lo entendamos, con lo cual sigue adelante. Bastiat se enreda en sus Armonías con otros economistas rivales, y trata de probarles que son unos ignorantes o unos necios que desconocen lo que es el valor.

La mayor parte de los economistas veian el remedio de España en la cesacion de la libertad de traficar con los estranjeros.

En efecto, uno de estos economistas se empeña en demostrar que el valor de una cosa consiste en el obstáculo vencido para producirla; de lo cual deduce que, mientras más fácil se haga la producción, disminuyendo los obstáculos, menos valor tendrán las cosas; de modo que, mientras más cosas haya, seremos más pobres.

Palabra del Dia

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