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Actualizado: 23 de mayo de 2025


Esparcidos por la llanura, caminaban, al guarecerse de la montaña, los caballos cansados, poco ayudados de las mujeres mas llenos de temor, y ímpedidos de los niños, que en los pechos y en los brazos los sustentaban, no pudieron salvarse.

Los urritaos, ó sean los jóvenes, levantaron una cruzada que fué á engrosar las filas de los que combatían la idea por el orgullo, viniendo á ser las pasiones sensuales y las tradiciones aristocráticas, las piedras de apoyo que sustentaban la discordia y la oposición.

Mas célebre que todos estos era el palacio llamado de Dimashk, cuya techumbre sustentaban hermosas columnas de mármol, siendo su pavimento de mosáico de vívidos matices; y mas todavía el Al-mushafiyyah, propiedad del Wazir de Hixem II Jafar Al-mushafí, que describe Ibnu-l-Abbar como una de las mas encantadoras moradas de aquellos tiempos y de aquella tierra.

La cola, o falda, o como llamarla quisieren, era de tres puntas, las cuales se sustentaban en las manos de tres pajes, asimesmo vestidos de luto, haciendo una vistosa y matemática figura con aquellos tres ángulos acutos que las tres puntas formaban, por lo cual cayeron todos los que la falda puntiaguda miraron que por ella se debía llamar la condesa Trifaldi, como si dijésemos la condesa de las Tres Faldas; y así dice Benengeli que fue verdad, y que de su propio apellido se llama la condesa Lobuna, a causa que se criaban en su condado muchos lobos, y que si como eran lobos fueran zorras, la llamaran la condesa Zorruna, por ser costumbre en aquellas partes tomar los señores la denominación de sus nombres de la cosa o cosas en que más sus estados abundan; empero esta condesa, por favorecer la novedad de su falda, dejó el Lobuna y tomó el Trifaldi.

Las patas de las sillas, nada firmes, se enredaban entre los descosidos de la pleita a listas blancas y encarnadas; al aparador, huérfano de molduras, que arrancó el paño de la limpieza, le faltaban tiras del chapeado de caoba; los pocos enseres que sustentaban las tablas, eran platos ordinarios, vasos de vidrio, tazas de loza, floreros de cristal, comprados en banasta de a real y medio la pieza.

Para cada cosa tenía su precio, aunque como había otras tiendas, porque acudiesen á la mía hacía barato. Pues Villancicos, hervían Sacristanes y Demandaderos de monjas, ciegos me sustentaban á pura oración ocho reales de cada una, y me acuerdo que hice entonces la del Justo juez, grave y sonorosa, que provocaba á gestos.

El Santísima Trinidad era un navío de cuatro puentes. Los mayores del mundo eran de tres. Aquel coloso, construido en La Habana, con las más ricas maderas de Cuba en 1769, contaba treinta y seis años de honrosos servicios. Sus poderosas cuadernas, que eran un verdadero bosque, sustentaban cuatro pisos.

Así se salvó la nao, y Carreño, en tres días, engañando al demonio, pudo pasar de un mundo a otro. La sed era el tormento de los largos viajes interrumpidos por las calmas. Corrompíase el agua, y los alimentos, salados en demasía, excitaban en todos el ansia de beber. Las familias emigradoras se sustentaban con las provisiones que habían hecho antes de embarcar.

Las señoras caminaban con paso marcial, sin parecer intimidadas por la actitud hostil del gentío, como damas altivas que no temen al mal gesto de su servidumbre, mirando con desprecio á toda aquella balumba de pobretones que se sustentaban de lo que sus poderosas familias querían darles. Estalló un trueno de gritos, insultos é imprecaciones.

En otro frontero a él, donde la marquesa permanecía más de continuo, arrellanada en un sillón junto a la chimenea, se reunían los íntimos del marqués, desde luego, y poco a poco los aburridos de las demás secciones, que acudían al calorcillo de los debates que sustentaban los personajes de la política, y a la golosina del chiste, más o menos culto, de algunas damas de mucha correa, y de otros tantos galanes de buena sombra.

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